México no está en bancarrota; el que enfrenta severas dificultades económicas es el gobierno de Enrique Peña Nieto, que le apostó al petróleo, al dólar, carcomido por la corrupción y que perdió la confianza de los mexicanos; las enfrentará el nuevo gobierno, que ofreció a diestra y siniestra con tal de triunfar en las elecciones del 2 de julio, y que ahora se enfrenta a la realidad y se ve obligado a recular en sus promesas de campaña.
Edgar Espínola Licona, presidente del Consejo Coordinador Empresaria en Hidalgo, rechazó tajante la aseveración del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, el domingo en Nayarit, de que recibió un país en bancarrota y por ello no podrá cumplir todas las demandas de la población.
“No, no es así. Tenemos un gobierno con dificultades económicas pero nuestro país no lo está: tenemos más de 100 mil millones de dólares en reservas; las exportaciones crecieron 32 por ciento y ocupa el décimo tercer lugar como nación exportadora, cumple con sus compromisos internacionales y además la economía nacional fue recientemente certificada por organismos internacionales”, afirmó Edgar Espínola Licona.
Para el presidente del Consejo Coordinador Empresarial de Hidalgo (CCEH), “el presidente electo tiene una percepción equivocada, ha sido mal informado por sus asesores o simplemente busca escudarse al palpar ahora la realidad de la que los organismos internacionales tanto alertamos: no hay recursos suficientes para que cumpla todas sus promesas de campaña”.
Para el representante empresarial, el gobierno federal tiene dificultades financiaras al presupuestar muchos más recursos de los que ingresaron realmente a las arcas.
Una realidad que no ve o no quiere ver el presidente electo, “que evidentemente ya no ve cómo podrá cumplir con las promesas de campaña que hizo, que ya no sabe qué decir a los mexicanos; que pensó que con combatir la corrupción obtendría los recursos para frenar el alza de las gasolinas, para elevar las pensiones, para construir obra pública en abundancia, pero ya tiene que aceptar que no podrá, que no tendrá recursos suficientes para cumplir”.
Una situación que evidentemente preocupa a López Obrador, y al empresariado, “pues no quiero ni imaginarme la reacción que pueden tener grupos de mexicanos al ver que lo que se les prometió no se les cumplirá”.
Sin embargo, la crisis económica “que vive el gobierno, no el país”, puede resolverse con una reingeniería gubernamental a fondo, terminar con los supersalarios y canonjías de primer mundo, y un auténtico, efectivo, combate a la corrupción.