Una vez iniciada en el país una nueva etapa política con el cambio de administración en el gobierno federal, es indispensable que los cambios pasen de ser necesarios a obligados para cambiar la realidad que enfrenta la mayor parte de la ciudadanía que se ha dado cuenta que puede cambiar las cosas, ya no en el momento en que se cumplan tiempos oficiales, sino en los que realmente se requiera dadas las circunstancias en que se manejó la administración saliente, ya que es algo que se ha demostrad que no se permitirá que se repita.

Es por eso que los cambios en todos los sentidos no solamente dejaron de ser necesarios, sino que ahora son obligados para quienes llevaron a lo más alto las expectativas de la mayor parte de los ciudadanos, no solamente del estado, sino de todo el país; por lo cual, las respuestas deben estar a la altura no solo de las demandas que obligaron el cambio, sino de las esperanzas de cambio que se generaron por parte de quienes ahora se encuentran del otro lado y que ahora son gobierno.

Pero los cambios no solamente deben ser de forma sino totalmente de fondo, porque no solamente así se solicitó, sino que también se ofreció, por lo que ahora no debe haber pretexto alguno para salir con que no se puede o que llevará tiempo poder cumplir con las metas planteadas y ofrecidas para poder lograr los objetivos políticos de quienes, a partir de estos momentos y al menos por los siguientes seis años, no solamente no pueden fallar sino que no pueden jugar con las expectativas de una ciudadanía que ha madurado, y que al mismo tiempo que puede encumbrar a un político o grupo de ellos puede hacerlos caer muy bajo con golpes que difícilmente los dejará  levantarse.

En ese sentido, sí lo sucedido políticamente no es un ejemplo claro de lo que la población pude hacer, entonces deben saber que no pueden esperar mucho para cumplir con todas las propuestas realizadas para poder llegar al máximo cargo de poder en el país, porque la respuesta de la población puede ser tanto en el corto plazo como inmediata.

Dentro de esos cambios obligados está además de castigar realmente y de manera ejemplar a todos los que le han fallado a la nación, además de cambiar sin pretextos las formas de llevar a México a nuevos estándares de calidad de vida a quienes históricamente se les ha negado, como es el caso de los campesinos y las comunidades indígenas donde las expectativas son aún mayores, ya que entre otros son los sectores donde siempre se les han dado respuestas a sus demandas con resultados a medias.

Es preciso que desde ahora el cambio sea notorio sin que se tengan dudas respecto a las formas de hacerlo, porque casi nadie en este país está dispuesto en esperar más tiempo para tener una oportunidad no solamente de trabajo, sino de poder salir a las calles sin el temor de que pueda ser asaltado o privado de la vida por la mala aplicación de las políticas sociales que mucho tienen que ver con la situación en que se encuentra un país que, a pesar de todo tiene con que salir adelante, que es su gente la cual efectivamente no quiere venganza sino simple y llanamente justicia.

Desde estos momentos ya no es suficiente decir que se comenzará a trabajar para que los resultados se vean en el corto o mediano plazo, sino que estos deben ser inmediatos, ya que fue de esa manera como se planteó y se ofreció,  porque de no haber sido de esa manera la situación política sería otra, por lo que se debe tomar en cuenta que la justicia social y legal debe ser sin mayores retardos o nuevas promesas que obliguen a la población a cambiar de opinión respecto a quienes apoyaron con la expectativa de que todo puede y debe ser diferente.

Los tiempos que iniciaron desde el primer día de este último mes del 2018 ya no son para la mayoría de los mexicanos, de nuevas promesas sino de resultados y respuestas concretas que realmente les hagan ver el cambio que por muchos años se han esperado y que al inicio del presente siglo con la alternancia en el poder político se quedaron muy cortos.