Vivimos en una época peculiar en donde, por un lado tenemos una enorme cantidad de información disponible, pero por otro lado persisten atavismos milenarios que permiten que los charlatanes sigan engañando a un enorme número de personas que, … se dejan engañar. El físico Carl Sagan tuvo una clase en donde se dedicaba a detectar camelos de diversa índole. Un camelo es un engaño que simula ser verdad.

Por años, el establishment quiso hacer creer a la población que los denominados “huachicoleros” podían robar combustible, huir en grandes pipas sin ser detectados y tener una capacidad de fuego mayor que la de las fuerzas armadas. Recientemente ha quedado claro que casi la totalidad  del combustible robado a Pemex era producto de una red de corrupción interna.

De manera similar, por años nos han hecho creer que no es posible acabar con el narcotráfico porque supuestamente es muy difícil detectar las zonas sembradas con cultivos ilícitos.

El satellite QuickBird tiene los siguientes datos técnicos: una resolución del orden de 60 cm (significa que puede “ver” un objeto de ese tamaño) y cubre un espectro del azul al infrarrojo cercano, lo que significa que aún de noche podría detectar la radiación producida por animales o seres humanos presentes en el área. Los datos se pueden verificar en la ficha técnica del fabricante, pero ya hay satélites más modernos que el mencionado.

De la misma forma, se nos ha dicho que las operaciones de triangulación de recursos, producto del narcotráfico, son dificilísimas de detectar en el sistema financiero. Pareciera que los delincuentes pueden contratar firmas de asesores financieros altamente especializados, ¿Se trata de otro camelo? ¿Será realmente tan difícil detectar en el sistema bancario nacional estas operaciones de lavado de dinero?

Obviamente, los traficantes tienen el recurso de la violencia, pero más que nada, ha existido una red de corrupción que va más allá de los cuerpos policiacos e infiltra a las instituciones bancarias y de procuración de justicia. Este es un tema espinoso y por el cual muchos periodistas en nuestro país han perdido la vida. Es entendible que mucha gente prefiera evitar tocarlo. Lo que no podemos hacer es creernos historias fantásticas y darlas por ciertas.

 

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