Una fábula infantil cuenta que dos hombres que habían robado un asno, no se ponían de acuerdo en el destino que querían darle al animal. Uno quería venderlo de inmediato para disfrutar del dinero y el otro quería usarlo para cargar la mercadería que robarían con posterioridad.

Al no llegar a un acuerdo, la discusión cada vez se tornó más violenta, hasta que en un determinado momento llegaron a los golpes. Mientras ambos rodaban por el suelo en plena lucha, pasó por el lugar un tercer ladrón, que por curiosidad se acercó a escuchar la discusión y ver la escena.

A éste se le ocurrió, que podía sacar partido de la situación y aprovechando que los otros dos ladrones no se daban cuenta que sucedía a su alrededor, por estar absortos en la pelea, se apoderó del burro y escapó del lugar.

Si tomamos en cuenta la enseñanza diríamos que en México también perdimos el tiempo en discusiones fatuas mientras que unos vivales aprovecharon la situación y robaron el asno que nos ayudaría a todos como nación.

Robar combustible resulta una aberración por cualquier punto que se analice. Debido a que se necesita una serie larga de complicidades (incluyendo al consumidor final). Pero también porque se está haciendo daño al país en su conjunto. Pemex hasta hace poco era la empresa que impulsaba al país entero gracias a su alta rentabilidad. Siguiendo la fábula, era nuestro animal con el que alcanzaríamos el desarrollo. Pero la corrupción perforó muy hondo en la empresa de “calidad mundial” para tener en este momento pérdidas millonarias gracias al robo de gasolinas.

Tomando un solo elemento (dejando a un lado la perforación de ductos y las complicidades de las autoridades); Pemex tiene una programación mensual del abasto de gasolina, las estaciones de servicio mandan su programación de todo el mes. Las pipas se deben pagar por adelantado mínimo un día antes de que Pemex te mande tu recarga diaria de acuerdo a tu propia programación.

No se puede pagar de una cuenta diferente a la registrada por PEMEX. Lo que hacían muchas estaciones de servicio era programar menos de la mitad de su venta real ya que la otra parte la compraban al mismo PEMEX pero mediante pipas fuera de contrato y fuera de programación en efectivo o depósitos a cuentas de huachicoleros.

Por lo tanto, ahora que PEMEX no surte por medio del huachicoleo y que solo manda lo programado las estaciones de servicio no alcanzan a surtir lo necesario a sus clientes. Por eso de repente llega su pipa programada y se acaba inmediatamente y se queda sin gasolina hasta su próxima programación.

Es decir, la consecuencia natural de las gasolineras era comprar mitad de su mercancía legal y la otra ilegal con toda la complicidad que eso implica. Ahora las estaciones de servicio deberán reprogramar su surtimiento a la realidad de sus ventas. La gasolina sin contrato la compraban a 14 pesos y no pagaba impuesto.

Esta situación se extendió a tal nivel que los especialistas llegaron a decir que había otra empresa paralela a Pemex (casi con el mismo volumen de ventas y ganancias), pero donde sólo se beneficiaron unos cuantos.

El escenario es complicado pero el primer paso ya se logró. Consiste en darnos cuenta de la situación. Reconocer que existe un grave problema de corrupción en la empresa de todos los mexicanos y que hay que tomar las medidas correspondientes. Ahora, hay que esperar que los responsables paguen por esos delitos que nos afectan a todos.

 

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