Todo comenzó como una inquietud personal: “a todos los congresos de mujeres empresarias a los que iba, todas vendían algo, menos yo”. Para la empresaria Gabriela Mendoza Álvarez, constructora, satisfacer la inquietud se facilitó al conocer a auténticas “bordadoras de sueños”, y hoy en día una marca registrada que vende a todo el país y al  extranjero una extensa gama de productos que tienen como sello los bordados hidalguenses.

A Mendoza Álvarez, coordinadora Región Centro de la Asociación Mexicana de Mujeres Empresarias  de México (AMMJE), y expresidenta de esta organización en Hidalgo, dos palabras la describen como empresaria: inquieta y tenaz.

Desde que llegó al estado de Hidalgo, joven y recién casada, “me enamoré de los bordados de Tenango de Doria, de los del Valle del Mezquital”. Tuvo que dirigir varias empresas, entre ellas una constructora, y criar y ver a sus dos hijos abandonar el nido, para tener el tiempo suficiente para echar a volar su sueño de aprovechar la riqueza de los bordados hidalguenses y llegar con ellos “a todos lados; el cielo es el límite”.

Los bordados ya los conocía y admiraba; fue como presidenta de AMMJE Hidalgo como conocí a las bordadoras”, entre ellas a Gelacia, en Tenango de Doria, y a Braulia, en el Valle del Mezquital, y con ellas, a cientos de bordadoras “y bordadores” más.

Los bordados de Tenango son ya famosos en todo el país, en los principales destinos turísticos, en Estados Unidos y en Europa, pero principalmente como decoración, blancos, y camisas y vestidos para playa; yo quise llevarlos a la vida diaria, a lo cotidiano”.

Su relación profesional y de amistad con otra empresaria, igualmente inquieta y emprendedora, Lorena García Cázarez, le permitió extender la variedad de artículos que llevan como sello estos bordados.

Yo empecé con una producción de tenis bordados con tenangos y punto de cruz del Valle del Mezquital y vi que gustaban que se vendían bien”.

De los tenis se pasó a ofrecer hermosos bolsos de piel y bordados, luego a monederos, chalinas y otras prendas de vestir, así como artículos para el hogar. Con Lorena la variedad de artículos se extendió a cerámica de lujo pintada a mano, también con tenangos, como recipientes para vinos y licores, “caballitos”, charolas, entre una gran variedad de artículos más.

La relación con las bordadoras pasó a ser de auténticas amigas, de asociadas, yo gano y ellas ganan también, aquí no hay explotación; eso sí, exijo calidad y cumplir a tiempo”. Las bordadoras han tenido además que aprender a coser en telas finas y con hilos de gran calidad.

¡Pero mira, mira esto!”, afirma, y muestra con orgullo una nueva línea de producción: joyería en plata con incrustaciones de cocha de abulón, de artesanos de Ixmiquilpan, las que han dado el “salto” de las tradicionales cajitas y minúsculos aparatos musicales, a pendientes, pulseras, collares, prensacorbatas y demás.

A paso lento, pero firme, su firma de artesanías ha ido posicionándose del mercado. Con un establecimiento en Plaza Qubika y un segundo más por abrirse, en la Zona Plateada, “ahora sé que mi trabajo y anhelos de muchos años se están haciendo realidad”.

“Gaby” Mendoza, como se le conoce en círculos empresariales, está convencida de que las bordadoras, las y los artesanos hidalguenses en general, tienen un enorme potencial por la belleza de sus creaciones.

Las artesanías deben dejar de ser relacionadas, en automático, solo con  cazuelas de barro y canastas de palma, mucho más tradicionales, y ser valoradas como lo que son: creaciones individuales, artísticas,  en las que los artesanos plasman sueños”, afirma convencida.

Y si de soñar se trata –y trabajar para alcanzar estos sueños-, Gabriela y Lorena buscan llevar su mercancía a Europa, en donde estos trabajos manuales son muy valorados.

Ya tengo clientes que llevan mis artículos a Estados Unidos; vienen aquí, a Qubika, extranjeros que buscan artesanías de gran calidad, ya he mandado algunos pedidos a España, pero queremos llegar a más, a muchos más mercados”, comparte.

Sin embargo, es realista y acepta que su producción no es tan elevada. “Ya recibí un pedido de 10 mil tenis, pero ni en sueños… ¡todavía!”.

Está consciente de la importancia de no sacrificar la calidad por el volumen de producción, pues todo lo avanzado se iría por la borda. “¿Te imaginas tenangos bordados a máquina? ¡Qué horror!

Y siempre sonriente, afirma que “hoy voy a congresos, llevo tenis, bolsos, y me doy el gusto de que no solo vendo, sino me felicitan por vender artículos tan hermosos, por dar valor real al trabajo de manos de artesanos”.