Empresarios y trabajadoras coinciden: sin servicio de guardería, muchas mujeres deberán dejar de trabajar para quedarse en casa a cuidar a sus hijos; pasarán de la formalidad económica a la informalidad para poder cuidar a los hijos y trabajar, o los dejarán al cuidado de personas que si bien los traten bien y vigilen que no se accidenten, no les darán la formación ni la estimulación temprana que recibían en los Centros de Desarrollo Infantil (Cendi).

Consideró que fue una medida excesivamente estricta el parar los recursos del gobierno federal que permitían operar a guarderías donde podían dejar a sus hijos, para ir a trabajar, desde empleadas de tortillerías, panaderías, o de mostrador, hasta profesionistas con hijos pequeños”, afirmó Rocío del Arenal, empresaria de Pachuca.

Si lo que se quería era eliminar la corrupción, debió haberse realizado el censo de niños que ya se llevó a cabo para entregar apoyos directos a las madres de familia y evitar padrones inflados, y establecer condiciones mínimas de seguridad de los establecimientos, pero no simplemente cortar de tajo y dejar en el desamparo, de la noche a la mañana, a las madres trabajadoras con hijos pequeños que no tienen quién pueda cuidárselos”.

Una medida que obligo ya a algunas trabajadoras que contaban con trabajo formal, con seguridad social y prestaciones de ley, a dejar sus empleos, “para ponerse a vender alimentos en una esquina al tiempo que cuidan a sus niños”.

Destacó además la empresaria que dejar a los niños al cuidado de las abuelas o una tía, si es que estas pueden hacerlo o se cuenta con el apoyo, como se propuso al eliminar el presupuesto para guarderías, no significa que los pequeños  recibirán la estimulación temprana que se recibe en un Cendi, “donde aprenden a socializar, a respetar a los demás, a esperar su turno, además de cantar, bailar, dibujar, nociones de matemáticas y mucho más”.

Lo que el gobierno federal tampoco consideró, dijo la empresaria, es que “en la actualidad muchas abuelas trabajan o ya son tan mayores, tan cansadas o enfermas, que no desean o no pueden atender a los nietos en una edad en que los pequeños tienen mucha energía y movilidad”.

 

“Me tuve que salir de trabajar”: Roxana

Con más de diez años de trabajar en una empresa, al casarse y tener a sus hijos, Miguel de tres años y Raúl de 11 meses de edad,  Roxana pudo seguir trabajando gracias a que contaba con un servicio de guardería muy cerca de su casa, en la colonia Juan C. Doria.

Raúl –su esposo-, y yo pensamos bien que hacer cuando nos enteramos que el programa de guarderías se suspendía, porque en ¿dónde vamos a encontrar una guardería que por 800 pesos mensuales nos den la atención que recibían mis hijos?… en ningún lado”, afirmó Roxana.

Comenzó la trabajadora a consultar precios en otras guarderías, algunas que atienden a madres trabajadoras afiliadas al IMSS, “que no es mi caso”, encontrándose con que el pago por niño sería en promedio de tres mil pesos mensuales.

Yo estaba desesperada, no sabía qué hacer, mi familia vive en Zacualtipan, primero vino una hermana a ayudarme unos días pero tuvo que irse porque estudia, luego dejé a mis hijos con unas vecinas pero ellas están también muy ocupadas, pedí vacaciones adelantadas y finalmente renuncie, pues con lo que ganaba en mi trabajo no me alcanzaba para pagar guardería para los dos, y el apoyo que anunció López Obrador no sé cuando llegue”.

En estancias infantiles de la Sedesol se atendía lo mismo a hijos de mujeres trabajadoras, de mujeres que estudian y trabajan, así como a hijos de padres solteros, a los que no les es reconocido en el IMSS, su derecho a contar con servicio de guarderías.