Festejar el Día de Muertos es una de las tradiciones más arraigadas en el pueblo mexicano, que va desde una simple visita a las tumbas en los cementerios para depositar flores, como en los estados del norte, hasta auténticas fiestas populares como el Xantolo, en Hidalgo, en las que las familias llegan a gastar miles de pesos en su preparación.

El Xantolo en Pachuca, una probadita de esta fiesta tradicional

Colocar una ofrenda de muertos tradicional en Hidalgo tiene un costo variable según los elementos que la conforman: la más sencilla, con agua, sal, pan de muerto, flores de cempasúchil, velas o veladoras y las fotografías de los difuntos recordados, llega a costar unos 100 pesos. En el centro y sur del país el gasto se dispara.

En regiones como la Huasteca y el Valle del Mezquital el altar de muertos cuenta con elementos que le encarecen considerablemente: abundantes flores, tamales o zacahuil –infaltables en la huasteca-, moles rojo y verde, gorditas rellenas y gusanos comestibles –en el desierto-, además de botellas de licor, pulque, chocolate, atoles, café, cigarros, incienso, veladoras, además de tradiciones como alimentar al “alma sola” dejando comida en las bardas para quien tenga hambre. La suma, entonces, alcanza varios miles de pesos.

Pero no se siente porque le ponemos todos los hermanos y hasta nietos; además, nos preparamos casi todo el año para esta celebración”, comenta Rocío Pelcastre, quien año con año viaja a su natal Huejutla a celebrar a los fieles difuntos.

Yo llevo de acá el azúcar, unas dos botellas de tequila, harina de trigo, la canela en rama y desechables, para no lavar tanto traste.”

En la familia de los Pelcastre el zacahuil es indispensable y se preparan al menos dos: uno para el altar, que luego se reparte en itacate entre los que llegaron de fuera, y uno más para consumir el 1 y 2 de noviembre. “Cada que llega alguien a una casa, se le invita de inmediato tamales o zacahuil.”

Tan tradicionales platillos se elaboran “a base de pollo y cerdo que mi mamá cría desde antes y mis dos hermanas cooperan con el maíz, los chiles y lo más cañón, la amasada.”

Preparar un zacahuil para unas 30 personas, calcula, “si se llevaría al menos unos mil pesos si se comprara todo”.

Las mujeres y “hasta los hombres”, le entran además a la amasada del pan de muerto, que se hornea en hornos de barro tradicionales, caseros o se lleva a hornear a las panaderías.

En mi casa todavía horneamos el pan porque somos muchos, y gastamos unos 300, 400 pesos, pero si lo compramos se gasta unos 700, 800 pesos, y no es tan sabroso.”

Comprar las flores para el altar y el trazo con pétalos del cementerio a casa es de lo más caro en este festejo, pues incluso el humilde cempasúchil se encarece en esos días. “Le ponemos de a 100 pesos por hijo o yerno para comprarlas”, afirma Rocío.

Pero un festejo tan importante no se prepara de un día para otro. Las abuelas y madres preparan chocolate con antelación, no falta incluso el que produce “caña” o aguardiente; se compra y tuesta el café, se ponen a secar los chiles y se engordan animales para la comida.

La tradición del Xantolo es tan importante en la región huasteca, que el que los niños participen en los preparativos es suficiente justificante para faltar a clases”, comenta Davina Serrano, docente en Huejutla, quien considera que “la enseñanza que reciben los niños en los hogares, sobre nuestra cultura, tradiciones, bien vale la pena la ausencia de uno o dos días a clases.”

La docente, aunque originaria de Pachuca, se queda esos días en Huejutla para festejar también. Desde la película “Coco”, asegura, “llega más turismo atraído por el Xantolo”.