¿Evo, el cambio en la Política exterior de la #4T?

Como todo lo que hace el actual gobierno, la concesión de asilo al expresidente boliviano Evo Morales ha estado rodeada de polémica que en buena medida esconde lo esencial, en este caso: ¿estamos ante el lanzamiento de la política exterior de la Cuarta Transformación?

La política exterior del gobierno que está a punto de cumplir su primer año ha sido más que discreta, todo un contraste con lo que pretendieron las tres anteriores administraciones: la expectativa casi mundial por el triunfo de Vicente Fox y el fin del régimen priista; la mantención de una buena imagen internacional por la continuidad panista con Felipe Calderón, y luego el renovado brillo con que Enrique Peña Nieto acompañó el regreso del PRI al poder.

En el inicio, quizá la mejor imagen que ilustra la política exterior de la #4T sea la del presidente venezolano Nicolás Maduro virtualmente llegando por la puerta de atrás a la toma de posesión del presidente Andrés Manuel López Obrador, como si fuera un pariente incómodo, y para muchos en México lo era y es.

Luego vino el no contraste con el gobierno peñanietista en la relación con el presidente estadunidense Donald Trump, donde se le dio un trato que a muchos recordó el que le brindó Luis Videgaray cuando siendo aún candidato presidencial, lo invitó a Los Pinos, línea que continuó el actual gobierno al negarse reiteradamente a enfrentarse a los comentarios belicosos y biliosos del jefe de la Casa Blanca contra México.

Y más aún, la reversa en la política hacia los migrantes centroamericanos que del anunciado trato cálido pasaron a recibir lo que para muchos ha sido la versión mexicana del muro que construye Trump, solo que en la frontera con Guatemala.

Poco quedó de cuando México fue invitado a participar en el renovado Grupo de los 20 reconociendo su peso como economía emergente, a fin de contribuir a diseñar políticas para salir de la crisis financiera del lejano 2008. En su pasada cumbre de junio, fue el canciller Marcelo Ebrard quien representó a México en la cita de jefes de Estado y de gobierno.

Pero el asilo dado a Morales podría ser el inicio de una nueva etapa, en la que muchos, como el presidente electo argentino Alberto Fernández, ven a nuestro país como parte de la vanguardia, si no es que la vanguardia misma, del bloque que enfrente al neoliberalismo en América Latina, donde el reclamo en su contra es simple: no ha cumplido sus promesas de mejorar el nivel de vida salvo para un puñado.

¿Será así?

Hay varios elementos a considerar que no permiten el optimismo en este momento para quienes desean la proyección internacional activa del actual gobierno, que no debe olvidarse, está atento al pulso de la opinión pública aunque no lo diga y la rete si así se acerca a sus objetivos. Pero aun así, parece haber situaciones demasiado cuesta arriba.

En particular, la imagen negativa de dos de quienes formarían parte del bloque antineoliberal: los presidentes de Venezuela, el ya citado Maduro y el nicaragüense Daniel Ortega, con una imagen impresentable, sobre todo el segundo, ante amplios sectores mexicanos y aún dentro de la #4T.

Y la coyuntura de la relación con Estados Unidos también juega. La diplomacia tras telones que seguramente ha desarrollado México en Washington, se ha reflejado en que el discurso de Trump ya no sea bilioso ni belicoso y hasta que en lugar de agresiones elogie a López Obrador, un cambio que a muchos no gusta pero que está ahí, reduciendo la animadversión de la opinión pública mexicana hacia Trump, al menos la visible.

Por lo demás, a fines de este 2019, los precandidatos del Partido Demócrata a la presidencia estadunidense no crecen, dejando el campo a Trump quien luce fuerte, repetimos, a fines de este 2019, para seguir en la Casa Blanca cuatro años más a partir de enero de 2021.

Y no debe de olvidarse que 2020 es todo un reto para la #4T en materia de crecimiento económico, pues si bien es cierto que crecimiento no es igual a bienestar, en cualquier caso debe de haber crecimiento económico, es decir, tiempo para la política exterior no parece que habría mucho.

Así, el asilo a Morales parece ser el resultado de la suma de la recuperación de la tradición de asilo mexicana, con un guiño a potenciales aliados regionales en particular la Argentina del próximo gobierno de Fernández, y un gran apapacho a sectores de la #4T, sin olvidar la vista por el retrovisor a Washington. Por ahora, no más.

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