Ana Liedo Lavaniegos, quien encabeza Ciartes y Sí, compartió las experiencias que dejó el quinto festival Fiesta de Mujeres y Arte, que realizaron en cuatro fechas en diferentes sedes en Pachuca, además de avisar que el día 14 de diciembre tendrán cine con música en vivo con Carlos Morales y cerrar el año con dos funciones de su puesta teatral denominada Onironauta, para el 26 y 27 de diciembre en La Casa Encantada, en la calle de Jiménez 106 en el centro de Pachuca.

Compartió el origen de su iniciativa, ya que cuando ella regresó a Pachuca con una compañía de teatro, notó que había mala vibra entre los artistas locales, “entonces con la intención de generar sororidad desde el arte, se fueron reuniendo artistas que escriben, que pintan, fue una tarde rica de encontrarnos, y esa fue la primera edición”.

Para la segunda edición, se organizaron con Fondo Semillas, con 6 días intensos, con actividades todo el día, “fue una locura, vinieron como 60 artistas, estuvo muy loco”.

Sin embargo, con el nombre, vinieron artistas feministas radicales, que criticaron que hubiera hombres compartiendo mesa con ellas, siendo que se trataba de hombres que forman parte del equipo de Ciartes, “para nosotros fue un shock, porque nos hicimos la pregunta de ¿a quién estábamos invitando? Porque generan división, generan problemas donde no lo hay, y somos un equipo”.

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Así que en la tercera edición, decidieron ser más congruentes con el trabajo de Ciartes, para buscar un impacto social real y llevaron su festival a la cárcel, gestionado a través de Profest, donde realizaron 4 meses de trabajo adentro de la cárcel de mujeres para contar sus historias y llevarles cosas, “fue un intercambio muy profundo y conmovedor”.

Terminando esa tercera edición decidieron que esa era la ruta de este festival, porque le daba sentido, “de los comentarios una señora nos dijo, ‘yo llevaba 6 años sin ver colores’, entonces llevamos a Lucas Avendaño, que lleva la fiesta del pueblo, con listones de colores, todas bailando, creo que se genera fiesta, y sí creo que estamos generando un poco de paz a través del arte. En la cárcel es vital el arte”.

Para esta quinta edición, retornaron a la cárcel para llevar arte, pues el corazón del festival sigue queriendo tener ese impacto, de estar donde haga falta.

Ana Liedo menciona que para la siguiente edición, están evaluando cambiar el nombre del festival, ya que en esta quinta edición que recién concluyó, decidieron hablar sobre masculinidades y sobre equilibrio.

“Este año trabajamos sobre masculinidades, y al final la conclusión es que ambos géneros estamos muy lastimados, unos de otros, y que vivimos en un modelo muy violento del capital y la competencia, es voraz el momento que estamos viviendo”.

“No es para nada separarnos, sino reconciliar, reconciliar con quienes han cometido un delito, reconciliar con tu papá, reconciliar con tu pareja, con quienes tengas que reconciliar”.

Liedo manifiesta que sí se logró el objetivo del festival, pues el arte es una semillita, que se pone y algo evoluciona.

Ana Liedo comparte que este festival lo realizan de forma totalmente independiente, porque no cuentan con apoyo de la autoridad de cultura, y prueba de ello fue esta quinta edición, donde fueron empujados por un grupo cultural de Colombia, que logró sacar el apoyo de su país para venir a este festival, por lo que se pusieron a trabajar para armar un programa bastante complejo.

“Ellos trajeron un taller de creaciones colectivas, una puesta en escena que se llama “Rita” que habla de la prostitución y la soledad, luego un conversatorio de la música en la escena, que versó sobre la sensación de ver la obra”.

También realizaron el estreno de la obra Onironauta, que generó muy buenos comentarios, ya que fue muy bien valorada por el público, “nos comentaba que ver esta obra era como leerse un Rulfo así exprés, tiene muchas imágenes y texto profundo”.

Tuvo una muy buena identificación con el público, y para Ana Liedo fue una gran satisfacción ver cómo fue la recepción de este trabajo que les tomó tiempo de laboratorio para construirla.

Después tuvieron un encuentro con unas chicas que hacen rap y poesía, quienes hicieron un taller en la cárcel con un impacto que generó tejidos fuertes entre las mujeres internas.

Con las internas también llevaron cuentos sobre la Fundación de México, así como “Gallos”, una representación teatral que habla de la generación de violencia entre un padre y un hijo, y cuando el hijo lo confronta, “eso fue en el área varonil, incluso un interno, muy joven, se me acercó y me dijo ‘yo también tengo un hijo, y no sé cómo no generarle violencia’. Si hubo una identificación, me parece que la selección de piezas es cada vez mejor, como con más agudeza de lo que queremos dejar”.

Cerraron con un conversatorio de masculinidad, con Héctor Brauer, con los arquetipos de hombres mexicanos, y con un taller de Lucas Avendaño, que es un performance, que tiene que ver con desapariciones, pues el artista tiene un hermano desaparecido, de nombre Bruno Avendaño, militar que estaba ocupado en derechos humanos dentro del Ejército, “es un tema que no alcanzamos a resolver ni ver por dónde, y lo único que Lucas sabe hacer es su arte y lo vuelca hacia nosotros, por Bruno, que no sabemos dónde está y es un símbolo por todos los desaparecidos de este país”.