Héctor Sauza Cervantes

Hace algunos meses en una charla que tuve con Salvador Alva, expresidente de Pepsico LATAM y del Tecnológico de Monterrey, comentaba que en los años 70 y 80 México debía tomar una decisión: ser un país dedicado a la generación de conocimiento o entrar de lleno a la industria maquiladora; sabemos bien cuál fue la decisión. Otros países como Corea o Japón decidieron tomar el camino del conocimiento y actualmente son potencias mundiales.

Hoy en 2020, en México estamos de nuevo en ese punto de decisión, en saber si cambiaremos el rumbo o seguiremos utilizando las mismas estrategias de hace 50 años. El desarrollo de tecnologías emergentes como la inteligencia artificial, la analítica de datos, la ciberseguridad y la transformación digital crearán las próximas potencias mundiales, ya que estas generarán ventajas competitivas en cada país y permitirán la optimización de recursos, automatización de procesos y la toma de decisiones basada en datos.

Tomar el rumbo del conocimiento no es una tarea fácil, ya que necesita la intervención de diversos actores y que todos cumplan un mismo objetivo. Para que la estrategia de creación de conocimiento funcione es necesario contar con capital humano de calidad mundial, y es aquí donde las universidades y la industria juegan un papel fundamental debido a que la mayoría de las personas nos formamos o estudiando en la escuela o aprendiendo en el día a día mientras trabajamos.

La integración entre empresas y universidades es vital para nuestro futuro, la empresa debe trasladar a la universidad los conocimientos que se requieren en el día a día y la Universidad debe proveerlos a sus estudiantes, así el crecimiento de las empresas será mayor y el grado de empleabilidad de las universidades subirá.

Otro punto clave para que podamos cambiar hacia una sociedad de conocimiento es contar con las políticas públicas adecuadas, permitir el desarrollo empresarial, así como el apoyo a nuevos emprendedores. Es realmente relevante en este punto para los gobiernos impulsar a empresas que están en estado de crecimiento relacionándolas con empresas tractoras y brindando esquemas de financiamiento, así como de hacerlas parte de su estrategia de desarrollo económico y social. Además, los gobiernos deben preocuparse por brindar esquemas de acuerdo con planes de desarrollo basados en ejes estratégicos y apoyar la preparación de talentos destacados para que se conviertan en los próximos líderes.

La industria por su parte debe comenzar a invertir más en investigación, en desarrollo e implementación de nuevas tecnologías, así como en la preparación de su talento humano. La empresa, además, debe empezar a cambiar su cultura hacia el mundo globalizado, en donde el límite es su propia capacidad de crear y utilizar estas tecnologías emergentes, de esa forma lograr un mayor impacto económico y social.

La integración de universidades, gobiernos y empresas junto con la internacionalización son lo único que nos llevará a tener un país basado en conocimiento y nos convertirá en una potencia mundial, estamos ante una oportunidad enorme que no deberíamos dejar pasar.

 

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