Con esta entrega termino la serie que dediqué a la sexualidad feminista en el mes del amor y la amistad y como un regalo para las mujeres que leen la columna. Me esperan días muy intensos no sólo por el 8 y 9 de marzo que marcho y paro (por cierto, no habrá columna el 9), sino también porque la furia mexicana ha propiciado el interés de mujeres y hombres por entender que es el feminismo, así que acepté formar un círculo de lectura al respecto.

Así también, ante el aumento en la violencia de género, hay una gran demanda por los talleres de autodefensa feminista que vengo impartiendo en Hidalgo desde hace 7 años y que han salvado vidas, evitado violaciones y abusos. ¡A darle que es mole de olla!

Entro de lleno en el último tema: sexualidad en la tercera edad. Somos seres sexuados desde que nacemos hasta que morimos; sin embargo, una visión patriarcal de la sexualidad estima que, al llegar las mujeres a la edad de las canas y las arrugas, ahí termina nuestro deseo y nuestro placer. La razón de ello es porque la erección masculina es menos frecuente a esa edad y porque ya no somos capaces de procrear y es la única manera en que nos concibe este sistema, sujetas al placer masculino y a la posibilidad de ser madres.

Por otra parte, el Tao de la sexualidad señala que la energía sexual se hereda del padre y de la madre, vamos, que nacemos con cierta energía sexual que durante nuestro trayecto de vida podemos incrementar o decrementar. Así que no hay nada que indique por fuerza que con la edad se pierde.

La sexualidad feminista por el contrario impulsa la idea de que para las mujeres la tercera edad significa deshacerse de los mitos y las mentiras impuestas por el sistema hegemónico que ubican al hombre y su placer como la medida de las cosas en este tema y que en consecuencia se abren nuevas posibilidades, para las mujeres, nunca antes exploradas.

El orgasmo, el multiorgasmo y la eyaculación pueden convertirse en una realidad en esta fase de la vida, entre otras cosas porque ya no nos preocupa la forma de nuestro cuerpo, dejamos de juzgarnos para dar paso a lo verdaderamente importante y en consecuencia vamos al encuentro sexual sin inhibiciones. Realmente respecto al cuerpo, lo único que hay que atender en esta etapa es mantenerlo sano y activo.

A esta edad ya no nos ocupamos del qué dirán, pensamiento tan nocivo sobre todo en la adultez y por supuesto, contrariamente a la idea imperante la tranquilidad de saber que ya no quedaremos embarazadas da una libertad poco experimentada.

Sí, por supuesto en esta etapa baja la libido por una cuestión hormonal, nada que no se pueda resolver en consulta médica. Recuerdo muy bien que hace unos diez años la actriz Jane Fonda comentó que se había sometido a un tratamiento con testosterona para evitar que bajara su libido, recientemente a sus 82 anunció que ya no se relacionará más con hombres y que sólo estará para ella misma, ¡eso lo da la edad!

También puede ocurrir que haya resequedad vaginal, se arregla con lubricante soluble al agua. Como verán la vida sexual no termina con la edad, es la cultura y la sociedad la que impone la cancelación de la vida sexual de las mujeres en esta etapa de la vida, la sexualidad feminista por otra parte está convencida que es realmente cuando se puede alcanzar la plenitud.

Yo personalmente creo que no es necesario esperar hasta la tercera edad para vivir plenamente nuestra sexualidad, muchas mujeres jóvenes ya la viven y eso marca una gran diferencia generacional.

La democratización de la sexualidad más la apropiación del cuerpo, el deseo, el placer y el orgasmo por parte de las mujeres sin lugar a dudas harán una enorme diferencia en el futuro cercano. Si los hombres quieren estar a la altura, habrán de regresar y retomar la parte más humana de la sexualidad, que es el erotismo, sin negar sus emociones, para eso deben dejar de consumir pornografía y comprar sexo. Estoy segura de que habremos de reencontrarnos en la igualdad, la equidad, el respeto y el amor.