De las personas que una se encuentra por la calle, mujeres y hombres mayores resultan las más crédulas en eso de que la pandemia del coronavirus es letal y provoca una muerte dolorosa. Se ponen su tapabocas y evitan contacto físico con los transeúntes con quienes se topan a su paso.

Un conocido cuenta que su madre lava la ropa diariamente después de ponerla al sol durante tres horas; se baña luego de llegar de la calle y el piso lo mantiene inmaculado.

Una clienta del mercado de Barreteros sale a la calle no sin antes ponerse doble cubrebocas y busca incansable las caretas rígidas que antes exponían los aparadores de las ferreterías.

Al preguntarle a un conductor de taxi por qué no usaba tapabocas respondió que ya no sabía a quién hacerle caso e insistí: ¿pero por qué no lo usa?, ¿no escucha la información sobre los miles de muertos en el mundo? El respondió apenado: Se me olvidó.

Desde marzo, cuando se decretó la cuarentena oficial en México, esta que soy yo va por la acotada vida que nos ha dejado la pandemia de COVID-19 preguntándose por qué el desprecio de la gente por su existencia, por qué no se cuida, por qué descree lo que sucede.

Un vendedor de tortillas dice que “el mentado coronavirus” no mata a nadie. “El señor que se murió el otro día por mi casa se murió por borracho, era muy viejo y tomaba mucho”.

Al menos en esta ciudad (Pachuca) los jóvenes salen a dar la vuelta porque no toleran el encierro forzoso, los vendedores ambulantes ofrecen, a hurtadillas pero a los gritos, sus pasteles bien azucarados. “Mire, espere, no se vaya”, pide el hombre moreno, corpulento y de voz ronca a quienes pasan a su lado.

Alguien dio por buena la versión de un conductor de taxi en una población de Querétaro, quien afirmó que en el Hospital General de San Juan del Río no reciben a los enfermos de COVID 19, pero las autoridades hospitalarias dan por fallecidos a causa del famoso virus con forma de corona a quienes fenecen por causas distintas al contagio que provoca.

La leyenda urbana crece cada día de acuerdo a la idiosincrasia del lugar donde surge y la gente tiende a creer aquello de que el virus lo crearon en China, pero tampoco duda que haya surgido en laboratorios de Estados Unidos para hundir al país donde las personas tienen los ojos rasgados o que sea una conspiración del Grupo de los países industrializados para acabar con los pobres, aunque también puede ser una estrategia para desaparecer a la población vieja o a la población pobre o la población diversa o los chaparros, o a los gordos, o a los lampiños, o a las curvilíneas o a los ateos, o a los juiciosos o vaya una a saber a quién.

Tal vez los incrédulos ignoran que en Estados Unidos la pandemia ha dejado más de 52 mil muertos, que España e Italia sufrieron grandes pérdidas, que en México se suman cada vez más los contagios y las defunciones por el COVID-19 y que independientemente de que este virus haya salido de donde haya salido (laboratorios o generación espontánea) su presencia en este mundo, que es el nuestro, sigue causando bajas a la estadística poblacional y muchos esperan un milagro, una vacuna o que representantes del gobierno toquen a su puerta para llevarles un cheque, una despensa o una indemnización, cuando lo más fácil puede ser quedarse en casa y no salir del refugio a menos que  sea estrictamente necesario.

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