En los siglos XIX y XX el concepto de noticia se refería a todo aquello que trastoque el orden establecido. Es decir ”no es noticia que un perro muerda un hombre, sino que un hombre muerda a un perro”.

En pleno siglo XXI las noticias han traspasado el ámbito de lo público para penetrar en el espacio de lo privado a partir de la aparición de las redes sociales.

Si bien en el panorama informativo todavía siguen liderando los medios electrónicos tradicionales (radio y televisión) y la prensa escrita (periódicos, semanarios y revistas), desde que la aparición de las redes sociales (Facebook, Instagram Tiwtter, Youtube, TikTok) la audiencia ha generado la proliferación de los aparatos de telefonía celular, lo que hace que un asunto doméstico, como por ejemplo que una persona descubra que su pareja le es infiel o que un ratero sea sometido por los usuarios de una pesera se convierte por obra y gracia de las “benditas redes sociales” en la noticia del momento, que transmite cualquier persona, desde un chofer de microbús, la dependiente de una tienda, o un estudiante con teléfono celular.

En contra parte, para que la misma información sea transmitida por los medios tradicionales es preciso que quien reporta el hecho y trabaja para el medio envié a su redacción un adelanto, en la oficina se evalué la información, se jerarquice, se envié, se corrija, se corrija, se le agregue una foto, se le ponga una cabeza atractiva, se coloque en el espacio correspondiente y se trasmita 2, 3, 4, 5 o hasta 6 horas después de ocurridos los hechos.

Lo que de inmediato convierte a dicha información en obsoleta, o como entonaba Héctor Laboe en “periódico de ayer que nadie más precisa ya leer”, porque en el transcurso de que se originó hasta que se transmitió dicha la noticia ésta envejeció porque en ese periodo tiempo ocurrieron hechos tanto o más importantes que a infidelidad de la pareja o el sometimiento del ladrón.

Debido al auge de las redes sociales, ahora los medios informativos impresos se están convirtiendo en exclusivos, porque aunque la mayoría cuenta con sus portales propios para transmitir noticias o información equis de manera inmediata, el periódico o las revistas en físico tienen un costo que aumenta conforme se incrementan los precios del papel, las tintas, la energía eléctrica, así como los salarios.

Ahora las grandes rotativas se convertirán en elefantes blancos que recordarán las hazañas cuando los reporteros perseguían la nota por cielo, mar y tierra y llegaban a ocupar las cabezas de sus periódicos con noticias en las que habían dejado un pedazo de piel.

Por su parte, las redes sociales, las cuales no cuentan con ningún tipo de regulación, ni gramatical, ni estilística, ni de urbanidad, imponen a punta de “likes” el sentir de la información de lo muchas veces banal de lo que pasa en el mundo, otras veces trascendente, algunas más increíble y otras tantas inverosímil.

Las redes sociales llegaron para quedarse y paulatinamente van desplazando a los medios serios, profesionales y comprometidos con la tarea de informar a la sociedad, por lo que es de esperarse que los géneros periodísticos tiendan a difuminarse cuando la información que transmiten las redes sociales se refiere a lo inmediato y nada más, porque los hechos que reportan se hablan por sí mismos, sin necesidad de una crónica, un reportaje o una entrevista. Son hecho fugaces, que se desarrollan todos los días.

Las redes sociales podrán desplazar a los medios informativos, pero nunca igualarlos.