La coordinación entre países sobre una variedad de temas sigue en la mira de la actual presidencia estadunidense, que aprovecha hasta el último minuto de sus cuatro años para debilitarla, y se mantendrá de esa forma si como advirtió este fin de semana el cineasta Michael Moore, el presidente Donald Trump sigue entusiasmando a sus seguidores y se reelige.

El mandatario republicano ha querido en este su primer periodo presidencial de los dos a los que puede aspirar, poner solo bajo los intereses de Washington los grandes temas en que las naciones buscan coordinarse. Las artes de la diplomacia han sido dejadas a un lado y se recurre si no a la fuerza, sí al abandono de los mecanismos de colaboración, como a poco de iniciar su gestión ocurrió con el Acuerdo de París sobre cambio climático, y hace unos cuantos meses con la Organización Mundial de la Salud (OMS), de los que salió.

Por supuesto, esos mecanismos de colaboración nunca han descuidado los intereses de las grandes potencias. El Acuerdo de París consta de amplios lapsos para cumplir el abatimiento de las emisiones contaminantes, mismos que precisamente protegen esos grandes intereses. La gran diferencia es que ahora han querido ser usados solo para lograr el Make America great again, sin que interese ningún otro objetivo.

La salida estadunidense de la OMS en plena pandemia afecta a varias campañas sanitarias, y el financiamiento de última hora dado por China no solo actuó como un salvavidas, sino que dibujó al rival principal del mandatario republicano, quien ha seleccionado el camino de la confrontación para doblegar al país asiático.

América Latina está ahora en la mira si se concreta la violación a una de las normas no escritas para nombrar al director del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), según la cual ese funcionario debe provenir de un país de la región mientras el número dos de la institución sea de nacionalidad estadunidense, una forma de conservar los equilibrios.

Se trata de una norma que se sigue en la dos más importantes instituciones financieras mundiales nacidas tras la II Guerra Mundial. En efecto, la dirección gerencia del Fondo Monetario Internacional ha sido ocupada por europeos, mientras la cabeza del Banco Mundial ha sido estadunidense. Son equilibrios cuestionados cada vez más, en particular por dejar fuera a funcionarios de otras nacionalidades pero que no llegado el momento de cambiar.

Ahora la Administración Trump ha nominado a un funcionario de la Casa Blanca para dirigir el BID, entidad que ha jugado un papel de relieve en el financiamiento de muchas obras de infraestructura en el hemisferio, y que está llamado a hacerlo para apoyar la recuperación tras la pandemia y atenuar lo que ya se considera otra década perdida para América Latina y el Caribe.

Mauricio Claver-Carone, abogado estadunidense nacido en Miami de emigrados cubanos y crecido en España, ha mostrado una línea absolutamente opuesta al gobierno de la isla, la cual según señalan quienes lo conocen, nunca ha visitado.

Tampoco muestra simpatía por el actual gobierno venezolano, y desde su cercana asesoría a Trump, ha impulsado la nueva etapa de asfixia a Cuba desde Washington. No ser oriundo de un país latinoamericano ha dado el argumento perfecto para oponerse a que dirija el BID, y dejado en un segundo y discreto segundo lugar sus posiciones duras contra La Habana y Caracas.

Queda claro, sin embargo, que una personalidad con esas credenciales solo llevaría a la región el divisionismo y polarización de la actual Casa Blanca, por lo que posponer a 2021 el proceso en vez de este mes, suena cuerdo y prudente.

Es obvio que también se apuesta a que Trump no logre su reelección, como varios importantes sondeos de opinión lo han anunciado, y que el nuevo gobierno retire esa postulación. En un mundo perfecto eso podría suceder, pero ya sabemos cómo es el mundo.

Y por si faltara algo, el crítico cineasta Michael Moore acaba de señalar que el nivel de entusiasmo de los 60 millones de seguidores de Trump está muy alto pero no tanto el de los simpatizantes de su rival demócrata Joe Biden, lo que abre un espacio de incertidumbre para la próxima administración del BID y para el propio proceso comicial estadunidense.

De salida: “Te lo advierto con 10 semanas de anticipación”, escribió Moore en Facebook al referirse a ese entusiasmo de los seguidores de Trump. ¿Podría Kamala Harris ser la chispa de la campaña demócrata?

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