En nuestra vida diaria es normal que existan dificultades, problemas o conflictos, porque en el universo, la naturaleza, el reino animal, el vegetal y los seres humanos, cada uno esta cumpliendo con una función determinada, especifica, muy particular y por lo tanto es normal que al relacionarnos unos con otros pueda haber diferencias o desencuentros.

Los hombres somos diferentes, pensamos y sentimos diferente, por lo tanto, es natural que existan problemas, pero lo más importante es conocer cómo podemos afrontarlos o gestionarlos y no desgastarnos emocionalmente.

Los problemas que el hombre enfrenta en su diario vivir, se clasifican en tres diferentes tipos: a los primeros se les denomina de control directo y se denominan así porque es uno mismo el que tiene el control de ellos, es decir los que dependen de mi para su resolución, que no involucran a nadie más para resolverlos, por ejemplo: el cuidar de mi persona en el aspecto físico, ejercicio, salud, alimentación, mejoramiento laboral o profesional. En todos estos aspectos me involucran a mi únicamente, soy yo el responsable de resolverlos, tengo inteligencia, imaginación y voluntad que puedo utilizar para salir adelante, solo en necesaria la firme decisión de hacerlo.

Hay un segundo bloque de problemas que se consideran como de control indirecto, yo solo tengo una parte de la solución, porque en ellos se involucra a otra u otras personas, al respecto hay un refrán que dice: “Dos no pelean si uno no quiere”, es decir al tener un conflicto, existen formas para abordarlo, una de ellas, la más común y que la mayoría utiliza, es imponer nuestra idea de solución, mediante el convencimiento o imponiéndose por la fuerza, en esta forma uno gana y otro pierde, se genera resentimiento, deseos de venganza.

Otra forma menos utilizada, es el dialogo, conversar sobre la raíz del problema, de qué manera contribuyo yo y de que manera la otra parte, cada uno asume lo que le corresponde y entre las dos partes dan solución al problema, de esta manera ganan las dos partes y no hay rencores.

Pero existe otra forma mas de resolver un problema, cuando valoras la persona, la amistad, la consanguinidad y tu espontáneamente decides, “entre tener la razón y ser feliz, yo prefiero ser feliz, aunque no tenga la razón” porque se pone en la balanza las cosas materiales y por el otro lado el valor de las personas y se le da prioridad a lo que es más valioso para nosotros, las personas y como dice otro refrán “En ocasiones también perdiendo se gana”

Finalmente hay un ultimo bloque de problemas sobre los cuales “no tenemos ningún control” sobre los cuales personalmente no se puede hacer nada, no son ni de control directo, ni indirecto, por lo tanto, lo único que me corresponde hacer es aceptarlos como son. Ejemplo de ello son los fenómenos naturales la lluvia, el frio, el calor, las formas de ser, de vivir de las demás personas; en estos casos lo que puedo hacer es practicar la tolerancia, la paciencia, la comprensión, por que de no hacerlo voy a vivir constantemente frustrado, molesto, resentido.

Por lo anterior, debo estar atento, para darme cuenta que tipo de problemas tengo, si son de control directo, es mi responsabilidad resolverlos, de mi depende su solución, solo es cuestión de ver cual es mi mayor problema y trabajar con él, enfrentarlo y resolverlo. Si es de control indirecto, porque involucra a otra persona, debo mejorar mi capacidad de comunicación, de dialogo, de comprensión, ser abierto a opciones de solución y encontrar una que satisfaga a las dos partes y se resuelva en buenos términos.

Si son problemas de los cuales no tengo ningún control, es mejor aceptarlos, entenderlos, tranquilizarnos y tal vez decir esta oración: “Dios concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que sí puedo y sabiduría para distinguir la diferencia”

Jesús Cruz Fernández