Nuestro sistema de creencias y valores es algo exclusivamente personal, se forman a partir de nuestras experiencias personales, desde que nacemos, la edad adulta u durante toda la vida. Se origina en primer lugar de nuestra familia, la colonia, comunidad o ciudad donde crecimos, en la escuela, con nuestros amigos y sociedad en general.

¿Pero que es una creencia? Una creencia son aquellas ideas o pensamientos acerca de las cosas, hechos o circunstancias de la vida, que las damos por ciertas. Aunque una “creencia” es algo que puede suceder o no, pero que nosotros suponemos que sí es cierta o si puede suceder, porque así lo cree nuestra familia, amigos o grupo de trabajo. Es una afirmación personal que consideramos verdadera.

Las creencias, que en muchos casos son subconscientes, es decir no somos conscientes de ellas, se formaron desde la infancia y están en lo profundo de nuestra mente, en especial en las familias que tienen creencias muy arraigadas por tradición familiar, acerca del éxito, del dinero, de la familia, el matrimonio, acerca de lo que “debe ser” en las personas.

Afectan a la percepción que tenemos de nosotros mismos, los demás y de las cosas y situaciones que nos rodean, es decir las creencias son importantes porque es a través de estas, como interpretamos la vida y lo que esperamos de ella.

A través de este sistema, damos significado y coherencia a nuestro mundo, por eso, cuestionar una de nuestras creencias puede desestabilizar todo este sistema y hacer que nuestro mundo se derrumbe. Es por esta razón, que somos muy reacios a modificar algunas de nuestras creencias y rechazamos a todas aquellas circunstancias, hechos o personas que no coinciden con nosotros.

Todo el conjunto de nuestras creencias, configura nuestro sistema de valores. Los valores son los hechos, circunstancias o lo que valoramos en las personas. Por ejemplo, éxito, seguridad, amor, felicidad, la honestidad, dignidad etc.

Existen diferentes tipos de creencias, unas sirven para potencializarnos y otras que nos limitan o desvalorizan, por ello decía en una cita Henry Ford “Tanto, si crees que puedes, como si crees que no puedes, tienes razón”. Lo que significa que son nuestras creencias las que crean nuestra realidad, desde luego con todo el esfuerzo y empeño en lograr lo que nos proponemos.

Hay creencias potencializadoras relacionadas con nuestra identidad, los yo soy: honesto, responsable, agradable, simpático, sociable, hospitalario etc. Pero también hay otras que son limitadoras Yo soy: enojón, agresivo, cobarde, torpe, tonto etc.

Las creencias de capacidad que creemos que tenemos para hacer algo o dejar de hacerlo, “Yo soy capaz de…” o “Yo no soy capaz de…” surgen de las experiencias que se van viviendo y que crean un impacto en nosotros. Si soy capaz en la escuela por mis calificaciones, si lo soy en los deportes, si soy capaz en el trabajo o mantener buenas relaciones con las personas, estas son potencializadoras, si no me creo capaz en todos estos aspectos mis creencias son limitadoras.

Las creencias de merecimiento tienen que ver con la sensación de sentir que merezco o no algo, regularmente se derivan por mi comportamiento positivo o negativo, que mis padres consideraron para mí, si te “portas mal” hay castigo y no mereces nada, si te “portas bien” hay alabanzas y mereces premios.

Las creencias limitadoras nos pueden crear muchos conflictos, autosabotaje, infelicidad, es importante descubrirlas, analizarlas, cuestionarlas y cambiarlas por otras más positivas, algunas ya no corresponden con mi realidad actual, son solo creencias, que no tienen una base o sustento real, son tan solo fantasmas atormentadores del ayer.

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Jesús Cruz Fernández