El tratamiento de los acontecimientos políticos en los medios depende, indudablemente, de las simpatías o convicciones ideológicas de su línea editorial, por lo que no es extraño que una declaración o acto público de algún personaje de la política sea visto desde perspectivas diferentes o incluso opuestas en diferentes medios.

En los hechos científicos se pensaba —erróneamente— que no había manera de interpretarlos de forma distinta. Claro, se podía poner el acento en las consecuencias o las implicaciones, lo que le daba otra dimensión a la noticia, pero la importancia del hecho quedaba plenamente asentada. Sin embargo eso está cambiando, por lo menos en México.

Lo que no se publica no existe

La firme creencia de que si algún acontecimiento no es difundido pasará inadvertido, parece ser una máxima de nuestro periodismo, en especial cuando se trata de información sobre Covid-19 o de acciones gubernamentales.

Como una muestra bastan dos ejemplos: recientemente el doctor Michael Ryan, director ejecutivo del Programa de Emergencias Sanitarias de la Organización Mundial de la Salud, señaló: “México ha estado manejando el sistema de semáforo, sistema que ya otros países han empezado a usar. México fue uno de los primeros países en América en usar este sistema y nosotros apoyamos a México a continuar con este sistema”. También reconoció la captura de casos, que ha aumentado porque se agregaron aquellos que epidemiológicamente estuvieron asociados a casos confirmados. “Y eso merece un elogio por la transparencia en ese sentido”.

Pero no hubo una difusión apropiada de ese hecho. En contraste, en un proceso poco claro un medio tituló la nota: “Una tragedia que mueran niños con cáncer en México por falta de medicamentos: OMS”, tal vez porque dijo: “Es una tragedia escuchar que en México o en cualquier otro país los niños van a morir de manera innecesaria por cánceres que pueden ser tratados”.

Otra información relevante distorsionada fue la investigación de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) para determinar si los productos que se comercializan como quesos y yogures cumplen con las especificaciones fisicoquímicas y microbiológicas. El resultado fue que algunos no las cumplen; por lo cual la Secretaría de Economía, de acuerdo con la nueva Ley de Infraestructura de la Calidad, retiró del mercado 25 marcas.

La reacción de los medios, en general, no fue de apoyo a los consumidores, sino a los fabricantes. En redes sociales se planteó que México es el único país en que se retiran del mercado quesos que no lo son; en lugar de aplaudir la medida que “empodera a los consumidores”, como refirió la Profeco en un comunicado.

La construcción social de una realidad

Esta interpretación de acontecimientos no es nueva, lo novedoso es que ante hechos científicos o tecnológicos, como los epidemiológicos o los fisicoquímicos, se dé un sesgo político o se tenga una disonancia cognitiva.

Se sabe que, en términos generales, la información de un hecho no es sencilla y directa, pues se hace una selección de detalles y elementos, y esa selección implica un juicio de valor de quien lo realiza; por lo tanto, la noticia no es nunca una transmisión directa de la realidad. Felipe Pena de Oliveira, en su libro Teoría del periodismo, considera: “El periodismo está lejos de ser el espejo de lo real. Es, más bien, la construcción social de una supuesta realidad […] Así, la prensa no refleja la realidad, sino que ayuda a construirla”.

Por esa razón, Pena de Oliveira advierte: “los hechos se construyen de forma tan compleja que no podemos rendirles culto como expresión absoluta de la realidad. Al contrario, es preciso desconfiar de esos hechos y crear un método que asegure algún rigor científico al informar sobre ellos”.

Ese rigor científico probablemente empiece a buscarse en el periodismo de precisión, que apoyado por las tecnologías pretende analizar los datos para proporcionar una información precisa de la realidad. Xosé López García, en su obra Movimientos periodísticos, puntualiza: “El periodismo de precisión trata al periodismo como si fuera una ciencia, adoptando el método científico, la objetividad científica y los ideales científicos en el proceso completo de la comunicación de masas”.

En el acercamiento del periodismo al método científico puede encontrarse una mayor objetividad, pero el propio periodista científico se enfrenta en México a situaciones complicadas, ya que en ocasiones puede afectar los intereses de dependencias gubernamentales o centros de investigación que se anuncian en el medio; entonces la noticia sobre ciencia se somete a los mismos criterios que las notas generales.

Y parece que actualmente eso está sucediendo, tanto por el sesgo político en muchos medios, como por la falta de periodistas científicos que cubran adecuadamente la información de ciencia y tecnología sobre Covid-19 y sobre otros acontecimientos científicos y tecnológicos.

@RenAnaya2

  • f/René Anaya Periodista Científico

*Publicado en Revista Siempre!