Humanismo

Jesús Cruz Fernández

En el segundo acuerdo hablamos de no tomarnos todo personalmente, porque con ello demostramos nuestro egoísmo, porque al hacerlo creemos que toda gira a nuestro alrededor, pensamos que lo que hacen las demás personas lo hacen porque nos quieren lastimar. Si alguien nos observa con un gesto adusto, pensamos que nos tiene coraje, si alguien no nos habla, es porque le caemos mal. Todos estos pensamientos son suposiciones, suponer significa: considerar una cosa verdadera o real, a partir de ciertos indicios o señales, sin tener certeza completa de ella, es decir, estar completamente seguros de que es cierto.

La suposición se basa en mis creencias, en mi forma de ver la vida, mi forma de pensar, influenciada por todo lo vivido, mis experiencias, buenas o malas, que son proyectadas hacia el exterior, a las personas y circunstancias, creyendo que la realidad es como yo la veo, cuando sabemos que cada cabeza es un mundo, que existe diversidad de formas de pensar, pero yo creo que el mundo es como yo lo veo o lo entiendo y en realidad no siempre es así.

En la suposición la mente funciona como un filtro, donde dejamos pasar y aceptar, todas las cosas que coinciden con nuestra forma de pensar y de sentir, si son contrarias las rechazamos, no estamos de acuerdo con ellas, vemos y oímos lo que queremos y no percibimos las cosas tal como son. Esto es no aceptar la realidad, porque la realidad puede ser dolorosa, desagradable o también hermosa, agradable, pero nuestras creencias, crean la realidad que tenemos en nuestras mentes.

Si no entendemos algo hacemos suposiciones, en lugar de hablar de manera directa con la persona, preguntarle si esta molesta con nosotros, o si no está de acuerdo o no en algún comentario. Pero no lo hacemos, solo suponemos, pero lo peor de esto es que esas suposiciones se comentan con otras personas, que a la vez lo hacen con otras, creando rumores y chismes, esparciendo veneno, que dañan la reputación de la persona afectada.

La persona que inicio con la suposición, al ver que ha crecido el rumor y que todos lo toman como verdad, ella se ve en la necesidad de defender su suposición, busca tener la razón, argumenta a base de mentiras y se causa daño a ella misma y a todas las demás personas. Esto es muy común en los centros de trabajo, oficinas, escuelas, vecindarios y todo el espacio donde hay concurrencia de personas, por ello el refrán dice “No hagas cosas buenas que parezcan malas, ni cosas malas que parezcan buenas” por lo que entendemos que las personas juzgan por las apariencias y recordemos que en muchas ocasiones las apariencias engañan, porque no todo lo que brilla es oro.

Por ello no hay que suponer que los demás saben lo que queremos o sentimos, debemos de tener el valor de decir lo que pensamos, manifestar que queremos, o sentimos, para que los demás sepan la verdad y no se basen en suposiciones.

Una comunicación sincera, franca y abierta, nos sirve a todos. La honestidad es un gran valor que demos practicar en nuestro diario vivir, mejora nuestras relaciones, crea más intimidad y nos libera de la ansiedad, estrés o malestar que genera la mentira, la suposiciones son una especie de mentiras, cuando no se han probado que son ciertas, por lo tanto, no deberían hacerse hasta verificar que sean verdad, porque de lo contrario hacemos daño a los demás con nuestras palabras y estarías rompiendo el primer acuerdo que dice: “Seamos impecables con las palabras” porque a través de las palabras, bendecimos o maldecimos, creamos  destruimos, deseamos el bien o el mal y como la vida es un espejo o un bumerang, que todo lo que le das a la vida, te lo regresa, es mejor usar las palabras para el bien y eso regresará a nuestras vidas.

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