La ratificación de la ahora jueza de la Suprema Corte de los Estados Unidos, Amy Coney Barret, deja mucho qué desear en lo que va a ser el desempeño a largo plazo de muchas luchas por los derechos civiles de ese país, pues es inigualable el papel y el desempeño que tuvo su antecesora la jueza Ruth Bader Ginsburg, (RBD), una pionera de los derechos civiles de las mujeres y las minorías y del quehacer legislativo de las mujeres en aquel país.

Con Coney la mayoría conservadora de la Suprema Corte se consolida y pone en riesgo desde la sucesión democrática del vecino del norte hasta el derecho a decidir de las mujeres, por tocar solo dos de los puntos más importantes de sus obligaciones.

Coney Barret, creada a la sombra del Juez Scaglia, quien comenzó con la corriente “originalista” que promueve el uso y desempeño de la Constitución en su forma original y no en el contexto del momento histórico del momento en que dictaminan sentencia es realmente preocupante. Va a regresar a la nación al siglo XVIII en que se firmó el documento donde ni siquiera en su redacción se mencionaba la palabra LIBERTAD, pues eran un estado esclavista. Ya de los derechos de las mujeres mejor ni hablamos. Coney Barret no tiene de donde no seguir los pasos de su mentor y dejar a los ciudadanos norteamericanos en un retroceso de 3 siglos en materia legislativa.

Se puede pecar por ser una buena consciencia, la Inquisición y muchas otras medidas de opresión a grupos vulnerables y en contra de las libertades civiles se han hecho por personas de buena consciencia, sobre todo las religiones y la derecha. Coney Barret es católica y madre de 7 niños, 5 biológicos y 2 haitianos. Sin duda sus intenciones son buenas, pero dentro de la visión católica que es totalmente excluyente, postura antagónica a la de su predecesora Ruth Bader Ginsburg que era literalmente la otra cara de la moneda aún siendo 4 generaciones anteriores a la nueva Jueza era más progresista, liberal y democrática y respetuosa de impartir sentencias en defensa de los Derechos Humanos de todos los ciudadanos y no de excluir a sectores con los que Coney no va a coincidir.

Con Amy Coney Barret de Jueza de la Suprema corte me parece que finalmente se dio el triunfo que a mediados del siglo XX buscaba Phillys Schlafly en su lucha contra el feminismo y que pasara la Enmienda de los Derechos Civiles, debe estar de fiesta en su tumba pues murió en 2016. Ahora una mujer de 48 años tiene por lo menos los próximos 30 o más para cumplir con su agenda de mantener todas las batallas feministas en una parálisis en el país que más influye la política internacional desde uno de los puestos de más poder. Todo el poder que Schlafly nunca alcanzó a tener gracias a la traición de Ronald Reagan.

Su nombramiento y ratificación pone en grave riesgo la libre sucesión de la próxima elección de los Estados Unidos pues su voto estará comprometido a la voluntad del Presidente Trump y es muy probable que de no ganar las elecciones apele y gane un segundo mandato por imposición y no por elecciones populares.

Sin duda los buenos se van en los momentos en los que son más necesarios, me refiero a la partida de Bader Ginsburg, aunque ella siempre fue y seguirá siendo necesaria como un emblema de lo que una mujer en el poder debe de hacer por su género y los ciudadanos en general. Se fue la Rockstar del sistema de Justicia y nos pusieron en su lugar a una niña del coro de la iglesia del barrio.