Un espacio para la ciencia*
René Anaya
La publicación de un trabajo en el que se informaba de la detección en la atmósfera de Venus de fosfina en cantidades mayores a las esperadas (Nature Astronomy, 14 de septiembre) fue recibida con cautela por los científicos, incluso los propios autores del trabajo, encabezados por Jane S. Greaves, escribieron en su artículo: “la detección de PH3 [fosfina] no es una evidencia sólida de vida, sólo de química anómala e inexplicable”.
Sin embargo, medios extranjeros y del país dieron por sentado que se habían detectado evidencias de vida en Venus (Siempre! No. 3511). Mes y medio después, por lo menos dos investigaciones ponen en duda ese hallazgo, pero los medios no se han ocupado de esos avances, salvo algunas excepciones, porque para ellos ya no es noticia.
Los caminos de la ciencia
Estas informaciones, desmentidos, nuevas confirmaciones y posteriores rectificaciones forman parte natural de la investigación científica, ya que la aplicación del método científico (hipótesis, experimentación y comprobación, en breve) es un trabajo normal en la comunidad científica.
Por esa razón, los artículos sobre investigaciones científicas tienen una sección dedicada a describir los materiales y métodos que se utilizaron, de tal forma que en cualquier laboratorio pueda reproducirse el experimento. Si eso no ocurre, podrá deberse a una falla en el grupo de investigadores que lo desea reproducir, a un error en la metodología del grupo original o —llega a suceder— a un falseamiento de los datos, con el propósito de cometer un premeditado engaño científico.
Aunque hay casos de fraudes científicos (la fusión en frío, la clonación humana, entre otros), en general la mayoría de las veces los trabajos publicados forman parte de un procedimiento de experimentación y comprobación. La mayoría de los trabajos novedosos señalan en sus conclusiones la necesidad de realizar más investigaciones para descartar o corroborar los resultados de la investigación.
Por esa razón, ningún científico asegura que alguna investigación no sirve, todas sirven hasta las que terminan en fracaso, porque son útiles para descartar hipótesis de trabajo y no repetirlas. Algo que deberían saber quienes atacan la investigación básica y privilegian la aplicada.
En esas condiciones, la publicación de dos trabajos en arXiv (servicio de distribución gratuita y archivo de acceso abierto para artículos académicos), en los que se plantea que pudo haber errores en la detección de fosfina en la atmósfera de Venus, no han causado ninguna ruptura ni ataques a la integridad de Greaves y colaboradores.
Una ilusión que se esfuma
Ignas Snellen, de la Universidad Leiden de Holanda, y colaboradores, publicaron el 21 de octubre su trabajo Re-analysis of the 267-GHz ALMA observations of Venus No statistically significant detection of phosphine? (Reanálisis de las observaciones de ALMA de 267 GHz de Venus. ¿No hay detección estadísticamente significativa de fosfina?). Ocho días después, un grupo de investigadores de la NASA (Agencia Nacional de Aeronáutica y del Espacio), encabezados por Geronimo Villanueva publicó, también en ArXiv, No phosphine in the atmosphere of Venus (Sin fosfina en la atmósfera de Venus).
En el primer trabajo, se concluye que sus observaciones en el telescopio ALMA (Atacama Large Millimeter/submilimeter Array), en el que Greaves y colaboradores trabajaron, “no proporciona evidencia estadística de fosfina en la atmósfera de Venus”. El segundo trabajo señala: “la característica PH3 observada con JCMT [James Clerk Maxwell Telescope] se puede explicar completamente empleando abundancias plausibles de SO2 [dióxido de azufre] mesosférico, mientras que la identificación de PH3 en los datos de ALMA debe considerarse inválida debido a problemas graves de calibración de la línea base”.
Por su parte, Kevin Zahnle, científico de la NASA, quien revisó el estudio original, resume una de las características de la investigación científica: “Yo fui partidario de la publicación de este trabajo porque quería ver si otros equipos lo confirmaban o lo refutaban”. Entre tanto, el grupo de Greaves ha indicado que volverá a hacer un análisis de la señal de fosfina, cuando se termine de calibrar el telescopio ALMA.
Hasta ahora nadie los ha acusado de mentirle a la población (o a la comunidad científica), porque la ciencia no es estática o dogmática, lo que parece cierto en un momento, posteriores investigaciones pueden descartarlo, como ha sucedido con todo lo relacionado con la pandemia por Covid-19. La ventaja es que los científicos no linchan a sus colegas.
@RenAnaya2
f/René Anaya Periodista Científico
*Publicada en la revista Siempre!