Con el presidente estadunidense Donald Trump en la etapa de aceptación de que perdió la Casa Blanca, pero sin abandonar su empeño de dañar la confianza ciudadana en Joe Biden y el sistema electoral del país, ha pasado a segundo término la aprobación ciudadana de la descriminalización de la posesión de drogas en el centro occidental estado de Oregón, que podría marcar el fin de la represión en este tema y su cambio hacia un enfoque de salud pública.

Junto a las elecciones presidenciales, legislativas y de varios gobiernos locales el pasado martes 3, en Oregón, al norte de California, se votó la Measure 110, mediante la cual se dejarán de aplicar sanciones criminales a quien posea para uso personal pequeñas cantidades de drogas como marihuana, cocaína, heroína y hasta metanfetaminas, además de que reduciría la sanción por la posesión de grandes cantidades de esas sustancias y se aplicaría bien una multa de 100 dólares o comprometerse a acudir a un centro de tratamiento de adicciones.

Oregon, una de las tres entidades estadunidenses en la costa del Pacífico, tiene un problema importante en el consumo de drogas. A la fecha se encuentra en el número 13 de una lista que ordena por gravedad a los 50 estados del país vecino más el distrito capitalino de Washington, aunque en el bienio 2007-2008 estuvo en el primer sitio, recuerda un reporte del pasado mayo compilado por el sitio electrónico wallethub.

Probablemente el aspecto más importante de la aprobación ciudadana es el cambio de cristal con que se mira el tema del consumo y abuso de drogas: del criminal al de salud pública.

Se trataría en lo inmediato de un alivio para los implicados en arrestos en esa entidad por posesión de sustancias ilícitas, que en 2018 sumaron 1.6 millones, y les abriría la puerta para la aceptación de su adicción e ir hacia un tratamiento, señala el Addiction Center, el cual pone de relieve que la población afrodescendiente es la mayoritaria en esas detenciones, lo que al menos en Oregon reduciría un elemento de tensión racial, que a lo largo de este año ha aquejado a todo Estados Unidos.

Un lento efecto dominó podría iniciar tras la decisión de los ciudadanos de Oregon. Diversos comentarios en la prensa estadunidense ven al vecino estado de Washington, como el siguiente en poner a consideración ciudadana una iniciativa similar tan pronto como enero entrante.

Para naciones como México o Colombia, productoras de estas sustancias, y para las que se encuentran entre esos países y el principal mercado que sigue siendo Estados Unidos, ¿se abriría la puerta para cambiar el enfoque criminal que se aplica hoy a la producción y comercialización de esas mismas sustancias, por uno de tipo económico-social que ligue más bien esas actividades a las condiciones de vida de quienes producen y transportan drogas?

No se espera que cambie pronto ese enfoque, aunque debe recordarse que el pasado abril el Ejecutivo mexicano promulgó la ley de Amnistía que daba la libertad a unas seis mil personas en un abanico de delitos como aborto, homicidio en razón de parentesco, robo simple, delitos contra la salud y sedición, es decir, no hubo mayor cambio en el enfoque de criminalización ni mucho menos en las políticas contra la producción y transportes de drogas.

Como quiera que sea, en México el cambio de enfoque deberá tardar un buen tiempo habida cuenta de la resistencia social para “liberar a criminales”, la corrupción que envuelve a esas actividades y, sobre todo, los retos para resolver las condiciones sociales y económicas que convierten a la producción y transporte de drogas en una actividad rentable aunque sea criminal.

De salida: La petición para que la jueza que lleva el caso del general Salvador Cienfuegos acepte el desistimiento de los cargos que se le imputan abrió un nuevo frente de polémica y debate en el país. La pregunta en las relaciones Estados Unidos-México es si la cada vez más segura administración de Joe Biden fue enterada de alguna manera, y si no fue así, que efecto podría tener en la relación naciente con el gobierno mexicano, que hasta ahora no ha sido un proceso terso.
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