Las autoridades responsables de diseñar programas transversales para eliminar la violencia de género deberán preguntarse en estos momentos por qué si llevaban trabajando desde hace varias décadas en el tema, hombres jóvenes, inclusive menores de edad son autores de homicidios por razón de género.

El feminicidio, considerado como el asesinato de una mujer, por el simple hecho de serlo, fue reconocido oficialmente en las leyes de nuestro país en 2012, considerando 7 causales distintas que prueban las razones de género dentro de un homicidio: violencia sexual, lesiones o mutilaciones, violencia previa, relación sentimental existente entre el sujeto y la víctima, amenazas previas y/o exposición del cuerpo en la vía pública.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que 6 de cada 10 mujeres mexicanas han enfrentado algún incidente violento durante su vida y refiere que el feminicidio es sólo la representación más extrema dicha violencia.

La violencia de género, que en la mayoría de los casos precede a la ocurrencia del feminicidio, es una de las principales problemáticas en México, y a pesar de los esfuerzos de prevención y concientización implementados por los gobiernos federal y estatales, así como integrantes de organizaciones no gubernamentales, continúa en aumento.
En 2015 la tasa de feminicidio fue de 0.7 por cada 100 mil mujeres, equivalente a 411 casos totales.

En 2018, la tasa alcanzó 1.48 feminicidios por cada 100 mil mujeres, equivalentes a 891 casos totales.

De acuerdo al Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), Ciudad Juárez, Chihuahua, y Culiacán, Sinaloa, son los municipios con más feminicidios en Méxicon en términos absolutos: 28 delitos registrados cada uno, seguidos por Monterrey, Nuevo León; Acapulco, Guerrero, y Ecatepec, Estado de México.

Sucesos recientes indican que hombres jóvenes deciden asesinar a sus parejas a consecuencia de una fuerte discusión o porque ellas están embarazadas, entre otras circunstancias, lo que lleva a pensar que las políticas públicas que diseñadas para protegerlas está fallando, porque los hombres que han sido criados en el marco de esa política gubernamental no sólo carecen no han sido impactados sino que por su comportamiento pareciera que fueron inoculados para recibir el impacto de las acciones contenidas en los programas gubernamentales diseñados para establecer una vida libre de violencia.

Pareciera que el mensaje no está permeando en las nuevas generaciones y jóvenes que fueron educados en ámbitos aparentemente tranquilos sacan a la luz sus peores instintos cuando se trata imponerse sobre una mujer.

Ciertamente existe una generación de hombres que a quienes se les designa como nuevos masculinos, por su participación en las labores domésticas, el cuidado de las hijas e hijos, también existe otra que evidencia los rasgos más primitivos de la especie humana.
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