El anuncio del pasado jueves 3 de que Dinamarca terminará en 2050 la extracción de combustibles fósiles y como primer paso finalizó las exploraciones en busca de gas y petróleo en el Mar del Norte, y también canceló la convocatoria de licencias para las empresas que buscan explotar hidrocarburos, tomó al mundo ocupado en la coyuntura de la pandemia de coronavirus, pero recuerda que los objetivos de largo plazo tienen que mantenerse, más cuando el futuro inmediato del planeta y sus habitantes dependen de ello.

Con sus 103 mil barriles diarios (bd) de petróleo de extracción, de acuerdo a datos de British Petroleum (BP) para 2019, el país noreuropeo es en realidad un modesto productor si se le compara con el principal del mundo, Arabia Saudita, que un año antes sacó del subsuelo de la desértica península arábiga 12 millones de barriles de petróleo diarios.

Pero se trata de un gesto simbólico, pues ahora que Reino Unido ha salido de la Unión Europea (UE), el país escandinavo es el productor petrolero eurocomunitario más importante, y el tercero en el marco de todas las naciones europeas, superado por Noruega y los británicos.

Simbólico que lo haya hecho en esta que todos deseamos sea la recta final de la pandemia por el coronavirus SARS-CoV-2, ya que para la recuperación económica postpandémica en 2021, los países apuestan por todos los elementos económicos con que cuenten, incluido desde luego el petróleo y el gas.

La decisión danesa retoma e impulsa medidas ya aprobadas por la UE, como el llamado del Parlamento Europeo de noviembre de 2019, para que en 2050 la cantidad de dióxido de carbono que emite el grupo de naciones europeas, sea la misma que se elimina, balance que se llama “neutralidad de carbono”, y que significa dejar de contribuir al calentamiento global.

No menos simbólico es que el anuncio de Dinamarca coincida con los días finales del periodo presidencial del mandatario estadunidense Donald Trump, quien promovió los combustibles fósiles como no había sucedido en las décadas recientes.

La determinación no es la primera, ya que medidas similares han sido tomadas por Francia en 2017, Nueva Zelandia en 2018 e Irlanda en 2019, pero es obvio que los principales productores y consumidores aún no han pasado del dicho al hecho en esta materia.

Dinamarca tendrá un costo por esta medida, pero confía en subsanar buena parte de los ingresos y puestos de trabajo petroleros con el potencial de la energía eólica, de la cual presume ser su “hogar”, como lo señala Wind Denmark, la organización conformada por dos mil 700 miembros que incluyen a propietarios de turbinas eólicas, empresas fabricantes de esos equipos y otros participantes en la expansión de ese sector.

De acuerdo a sus cifras proporcionadas en tiempo real, la madrugada de este miércoles nueve en Dinamarca la energía eólica en generación sumaba 408 megawatts, equivalente al 12.9 por ciento del consumo de la madrugada de este miércoles, mientras que el martes la producción total había sido de 15.6 gigawatts, o 15.1 por ciento del consumo eléctrico del país escandinavo.

Ya ahora, el sector eólico representa 85 mil empleos directos e indirectos, exportaciones por siete mil millones de euros y significa el tres por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de Dinamarca.

Como se ve, existen acciones que representan un cambio verdadero y que benefician a todos.

De salida: Mientras el presidente Donald Trump sigue acumulando decisiones judiciales contrarias a su reclamo de que perdió la Casa Blanca mediante un fraude electoral, en Venezuela el mandatario Nicolás Maduro recuperó la mayoría en la Legislativa Asamblea Nacional, pero con una participación de 31 por ciento, cuando en los anteriores comicios esa cifra había rebasado el 70 por ciento. El futuro venezolano pinta gris para 2021.

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