Para millones de personas en el mundo es un hecho: si la realidad te disgusta, cámbiala ¡aunque sea en tu imaginación!

No es un fenómeno nuevo, lo nuevo es que ha pasado de los terrenos de la psicología o la psiquiatría, a los más amplios de la ciencia política y la sociología, lo que eleva su potencia dañina, pues sirve para interpretar, diseñar, aplicar o comunicar políticas públicas.

En el siglo pasado la negación social de la realidad ocurrió con la política nazi hacia los judíos y su exterminio, visión que ha sobrevivido hasta nuestros días. El asesinato de seis millones de judíos en la II Guerra Mundial nunca fue cierto, aseveración que incluye los hornos en que perdían la vida. No fueron verdad, se trata de exageraciones, afirman los negacionistas del Holocausto

Podría entenderse que tras la revelación de la masacre de los judíos, los grupos sociales de donde surgieron los actores de esos hechos lo negaran, sin embargo pronto esa negación fue tomada por grupos de extrema derecha para atacar a sus opositores.

La negación de la realidad pronto tuvo un nuevo impulso con el concepto de posverdad, surgido a finales del siglo pasado, es decir, con unas tres décadas de vida, pero asentado ya tanto en la sociedad, que en 2016 el Diccionario Oxford la designó como palabra del año.

La posverdad trata como verdad lo que son deseos o interpretaciones de hechos sin existencia real, y se ha propagado gracias a las redes sociales, que tienen una muy alta credibilidad aunque los mensajes que recibimos y reenviamos carezcan de autor, o este sea desconocido, y sobre todo, que vaya contra hechos demostrados.

En el terreno de la política uno de los ejemplos más destacados es el presidente estadunidense Donald Trump, pero nada comparado con los que ha traído la actual pandemia de coronavirus. Y es importante diferenciar. Mientras un político, podría arrojar una encuesta que retomara la imagen tradicional, es un mentiroso por naturaleza, la enfermedad, cualquiera, mueve todo tipo de emociones en las personas las cuales explican que rechacen la verdad de la enfermedad.

Ahora la situación es crítica porque la posverdad política coincide con la pandemia y ha creado una situación mortal. Este tipo de posverdad llevó a sufrir serios daños a cientos personas que creyeron en el dicho del mandatario estadunidense de que una inyección de desinfectante podría matar al coronavirus. Ahora el pronto exjefe de la Casa Blanca maneja otra posverdad que es seguida por miles de seguidores: que no perdió sino hubo fraude electoral y por esta vía llegará a la presidencia Joe Biden.

Millones de estadunidenses esperan la vacuna que comenzó a aplicarse este lunes en Estados Unidos, donde el conteo señala que 17.1 millones de sus poco más de 328 millones de habitantes, alrededor del cinco por ciento, ya se ha contagiado, aunque con una tasa de letalidad en torno al 1.8 por ciento, mientras en México se ha contagiado uno por ciento de la población, con tasa de letalidad de nueve por ciento.

Las cifras, al igual que los hechos en general, no son bien vistos por la posverdad y sus seguidores, sin embargo esos números dan cuenta del daño mortal que hace la posverdad en la pandemia.

De salida: El Colegio Electoral, cuyos miembros fueron electos el pasado noviembre, eligió ya como presidente de Estados Unidos al demócrata Joe Biden, quien enfrenta desde ahora a alguien que niega la realidad y cuyo mayor peligro reside en sus seguidores que le creen.
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