Cuando un Presidente desafía los comicios electorales sistemáticamente como se ha empeñado en hacerlo Donald Trump desde la carrera electoral y declara que no acatará los resultados todo el orden democrático de un país se ve amenazado.

Siendo los Estados Unidos de Norteamérica el pináculo de la democracia y la nación que más países ha intervenido en el nombre de ella en la historia que esto llegue a suceder dentro de sus fronteras es sólo un evento que tarde o temprano tenía que suceder.

Las bases de las huestes que siguen a Trump, básicamente inflamadas por un nacionalismo inclinado hacia la ultra derecha que defiende la supremacía blanca y la dominación del 1%  que son los que detentan el poder económico, sustentados en una clase media precarizada por la pandemia y por los cambios en los medios de producción que cada vez reclaman menos mano de obra. La equidad en los medios educativos y la ganancia que ha habido en los derechos civiles son, ante los ojos de estos grupos, amenazas a sus medios de supervivencia económica.

Su política migratoria, su profundo desprecio hacia las minorías en general, hacia grupos étnicos que no son “blancos” y que por simple lógica desde la llegada de cientos de miles de negros para ser esclavizados y fundar la economía del gigante del norte y que ya causó una guerra civil para lograr la abolición de su esclavitud más los nativos norteamericanos y muchas otras grupos raciales que han emigrado como los asiáticos y los latinos hacen que estos grupos blancos que su gobierno tanto pregona con su MAGA (Make America Great Again) Haces a América Grande de Nuevo apela a tiempos en los que los blancos tenían garantías que aseguraban la explotación que ejercían sobre el resto de los grupos.

Como resultado hemos visto a Trump y a su clan familiar llevar a cabo actos que están fuera de la ley y la insurrección y ataque del Capitolio el día 6 fue el colmo de estas manifestaciones, ahora la capital de los Estados Unidos está en Estado de Alerta, al igual que el resto de las capitales de ese País.

A partir del día 13 pasa a la historia con el logro de haber provocado dos juicios para destituirlo en sus primeros 4 años y, aunque este segundo juicio no se va a llevar a cabo antes de la toma de posesión del día 20, sí tiene un fin muy claro, llevarlo hasta las últimas consecuencias para evitar que Trump se postule para cualquier cargo público en un futuro. Resulta imperante que ante el ataque del Capitolio que orquestó con su hijo y Rudy Giuliani desde la Casa Blanca y que dio un saldo rojo de  muertos, su cancelación en redes sociales, que la banca alemana le retirara su línea de crédito, que la ciudad de Nueva York cancelara sus contratos de servicios con sus empresas, que AirB&B cerrara sus operaciones durante los días previos y posteriores a la toma de posesión de Biden y Harris, que 6 miembros de su gabinete renunciaran y que su esposa Melania anunciara su divorcio…

Ante todo resulta imperante terminar con la carrera política de Donald Trump y sus allegados para que una insurrección como la que sucedió el día 6, incitada por el Presidente en contra de la Casa de Representantes y el Senado no se vuelva a repetir.

Se sabe de una organización autodenominada como The Million March Militia (La Marcha de la Milicia del Millón) que tiene planes para incursionar en la toma de poderes y en otros puntos estratégicos contra el gobierno demócrata electo. Un grupo fascista armado que late en todo el territorio norteamericano del vecino país y que puede ser la piedra en el zapato del próximo gobierno si no se detiene a tiempo por medio de todas las posibles estrategias del Estado y la Sociedad Civil.

Mientras una posible segunda ronda en el Poder de Trump exista estos grupos no van a dejar de ser protegidos e incitados a establecer un régimen que ve por debajo del hombro a grupos sociales que no consideran iguales lo que va contra la Constitución que rige todo el orden de gobierno y ante la cual todos los servidores públicos juran defender.