“Nada de lo que fue vuelve a ser, y las cosas y los hombres y los niños no son lo que fueron un día. (Ernesto Sábato)”.

En la colaboración anterior, en el párrafo final expresaba que el cambio es constante y que después de grandes movimientos, ya nada es igual a como estaba al inicio de la transformación.

Así, las revoluciones industriales, que como su nombre lo indica, lo protagoniza la industria, no se limitan solo a efectos tecnológicos, sociales, económicos, sino que marcan el inicio de una nueva etapa en nuestra era contemporánea. Resultan ser factores esenciales en nuestro desenvolvimiento como humanidad, pues representan el paso de una sociedad preindustrial a una sociedad industrial y a una sociedad postindustrial. Y estos cambios sociales, económicos, y demás apuntan hacia otros cambios, como los que se presentan en el campo que representa los intereses o necesidades del pueblo, identificado como la política, por lo que también ha habido revoluciones liberales y revoluciones burguesas.

La primera revolución, tuvo su escenario mayoritario en la Gran Bretaña y pasó a Europa, donde encontró su espacio de proceso. Se reconoce que la segunda revolución industrial tuvo su desarrollo entre1870 y 1914. Fue un periodo de importantes cambios. En esta ocasión iniciaron juntos los sectores industrial, social y económico.

Sus principales características fueron, que se establece una alianza estratégica entre la investigación científica y la innovación tecnológica, haciendo así un mayor alcance en la satisfacción de las diversas necesidades sociales e industriales. Con este binomio se fortalece el desarrollo de la industria química, y las comunicaciones en todos sus aspectos.
En atención a la demanda industrial, aparecen en escena las nuevas, para ese momento, fuentes de energía como la electricidad y el petróleo, vigentes a la fecha y con ello llegan los motores de combustión interna, sustituyendo a las máquinas de vapor. Resalta la creación del ingeniero Alfred Diesel, cuyo motor se aplicó en el transporte de mayor volumen.

Florece la industria siderometalúrgica, incorporando nuevos materiales o para nuevos usos, como el cobre para la conducción de la energía eléctrica, el acero, el aluminio, el níquel y el zinc.

Sin espacio a dudas, la industria química se hace un sector pujante, de forma que ayuda a reconfigurar la economía y la sociedad. Aparecen nuevos y eficaces medicamentos como la aspirina, también llegan productos como el plástico, el caucho, los tintes, los fertilizantes, pesticidas, explosivos y las fibras artificiales. Se mejoran productos como el papel, vidrio, etc.

Especial atención merecen los inventos, pues vieron la vida el: teléfono, telégrafo, automóvil de combustión interna, avión, fonógrafo, cinematógrafo y la alegría de las amas de casa, los electrodomésticos como la aspiradora y las estufas de gas.

Mención particular le otorgo al “Taylorismo”, en razón de su inventor el ingeniero industrial y economista Frederick Taylor, quien desarrolla el método “organización científica del trabajo” o “gestión científica del trabajo”, cuya pretensión era potenciar la eficiencia del modelo industrial normando las acciones de la mano de obra con la maquinaria y las herramientas, lo que conllevo a la división del trabajo, al cronometraje de los obreros en sus actividades y la retribución en proporción a la productividad.

Se presenta de igual forma la reconfiguración de la organización y desempeño empresarial, al minimizarse la figura del gran capitalista, presente en la primera revolución y transitar hacia un actor colectivo: el accionista.

En un proceso inverso, surge la figura de la concentración industrial, que permite el aumento de la producción y plantas de miles de obreros, desapareciendo o siendo absorbidas las empresas pequeñas, que no pudieron adaptarse a los nuevos tiempos. Surgiendo así, la falta o disminución de la competencia.

Los intereses económicos han estado muy ligados a estos procesos, por lo que se configuran grandes grupos corporativos, dando paso al monopolio y al oligopolio, concentrando el control sobre la industria pesada y los sectores claves como la industria bélica o armamentista, la energía eléctrica, el petróleo. Hoy los conocemos como los trust, (conglomerados empresariales).

En este escenario surgen entonces las nuevas potencias mundiales, como Estados Unidos y Alemania, que superaron a Francia y la misma Inglaterra.

No obstante, se sientan las bases del imperialismo contemporáneo, el que, en la búsqueda de materias primas, se suelta a buscar recursos y materias primas en todo el mundo, por supuesto la mano de obra barata, nuevos mercados hacia los cuales dirigir el crecimiento y desarrollo, y a su vez el establecimiento del nuevo orden político. El concierto de naciones en este asunto lo integran. Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Japón, Francia, Alemania, entre otros.

En nuestro país, de 1910 a 1917, nos encontrábamos buscando mejorar nuestro destino social por medio de la revolución mexicana.

Mucho de lo hecho en esta 2a revolución industrial está muy vigente aún en nuestro país.
Nos leemos en la próxima con la 3a revolución industrial.

Galdino Rubio Bordes garubo58@gmail.com

Algunas notas obtenidas de: https://www.significados.com/caracteristicas-de-la-segunda-revolucion-industrial/ Consultado: 14 de enero de 2021, 09:49 pm.