Fabiola Díaz de León

El día 20 de enero de 2021, durante la inauguración de la Presidencia de Joe Biden y la Vicepresidencia de la primera mujer en el cargo, Kamala Harris, hizo el vecino del norte un día memorable para todo el mundo sin mencionar una sola vez el nombre y los errores que hereda su gobierno. Con un fuerte llamado a la unidad y sin lanzar culpas a nadie ni mencionar los errores de gobierno que hereda el nuevo Presidente actuó de inmediato con la firma de 17 acciones ejecutivas que enmendaron de manera inmediata los fuegos que le dejaba encendidos la pasada administración.

Un día de fiesta que duró más de 12 horas en las que el mundo no pudo más que conmoverse, celebrar y admirar la enorme empatía y el mensaje de unidad que se repetía en todas las voces. Ni una sola mención al pasado, sólo la visión del presente y el futuro. Ni un atisbo de lanzar culpas ni señalar fallas. Un giro de 180 grados a lo que se dijo los cuatro años anteriores. El anuncio inmediato de que el uso del cubrebocas es obligatorio y que la ayuda a las familias y empresas perdidas junto con empleos está en camino. La promesa de rescatar a la clase media y a la pequeña y mediana empresa. Una alabanza a los que han aliviado el hambre provocada por la pandemia asoladora. El homenaje a los que han mantenido los servicios de recolección de basura y entrega de correos, a las y los enfermeros y paramédicos y trabajadores de la salud que han estado en la primera línea.

Una presencia de la comunidad artística y cultural que muestran como las joyas de su corona republicana, Lady Gaga, Jennifer López, Katy Perry y no podemos pasar por alto las últimas palabras de la laureada Amanda Gorman vestida en homenaje a Maya Angelou: Así que dejemos atrás un país mejor que el que nos dejaron. Cada aliento de mi pecho martillado de bronce elevará este mundo herido a uno maravilloso. Nos levantaremos de las colinas con ramas doradas del oeste. Nos elevaremos desde el noreste azotado por el viento, donde nuestros antepasados realizaron la revolución por primera vez. Saldremos de las ciudades del borde del lago de los estados del medio oeste. Saldremos del sur bañado por el sol. Reconstruiremos, reconciliaremos y recuperaremos en cada rincón conocido de nuestra nación, en cada rincón llamado nuestro país nuestra gente diversa y hermosa emergerá maltrecha y hermosa. Cuando llega el día, salimos de la sombra en llamas y sin miedo. El nuevo amanecer florece a medida que lo liberamos. Porque siempre hay luz. Si tan solo fuéramos lo suficientemente valientes para verla. Si tan solo fuéramos lo suficientemente valientes para serla.

Un país orgulloso de todo su capital cultural y artístico presente durante todas las horas del cambio de poderes en una fiesta que deleitó al mundo. Y enmendando las rupturas del pasado régimen al filo de la pluma. Se restaura la relación con la OMS, con el acuerdo de París, con la cancelación del magno oleoducto, con la enmienda a las medidas migratorias que amenazaban DACA y Dreamers, reunir a las familias separadas en la frontera, adiós a la construcción del famoso muro… No era necesario decirlo sino hacerlo. Y eso sucedió en las primeras 12 horas de un nuevo gobierno. Prueba de que con voluntad política los cambios se hacen palpables y posibles.

Sabemos que la política de EE.UU tiene injerencia en la nuestra, lo sabemos de siempre y no es extraño que en los próximos tiempos el rumbo de la 4t tenga que armonizarse con la nueva directiva del Norte. Que sea para bien general y que la esperanza que comunicaron con su inauguración nos alcance pronto y de lleno. Porque México necesita aprender del hermano menor que ha dejado clara su postura. Controlar la Pandemia y gobernar para todos en pro de la unidad y no señalar las diferencias, los contrastes y las polémicas pasadas.