Lorena Patchen

Algunas veces la decepción o el dolor de la traición pueden ser tan fuertes que se experimenta el deseo de vengarse de tal ofensa, hablando particularmente de la pareja, cuando te das cuenta de que has vivido en la mentira, que tus dudas no eran erróneas e incluso que las ocasiones que tuviste que disculparte por desconfiar no tenías que haberlo hecho, porque estabas en lo cierto.

Pues bien, cuando se presenta la realidad es momento de preguntarte: ¿qué vas a hacer ante los hechos? Y sobre todo, ¿qué hacer con lo que sientes?

Claro que hay opciones y en tu mente aparecen varias de ellas. Una legítima pero primitiva la constituye el deseo de castigar emocionalmente de alguna manera a quien te traicionó. ¿Cómo vas a vengarte? ¿Actuarás igual? ¿Tiene caso?

Enfocarte en la venganza es una pérdida de tiempo; primero, porque no es sana y, en segundo lugar, no tiene caso.

Cada quien actúa de acuerdo a su esquema de valores, nivel de consciencia y ante la importancia que le otorga a la relación de pareja, así que esa conducta no tiene que ver con tu valía sino con los valores de la otra persona.

Colocarte en el mismo nivel no aporta a tu vida, pensar y más que nada actuar para vengarse habla de poca salud mental, suelta lo que te hizo daño, no lo cargues, no es tuyo y no te lo mereces.

Si vas a continuar en la relación lo mejor es limpiar verdaderamente las asperezas, establecer acuerdos y trabajar juntos para construir una dinámica sana entre ustedes, que los dos se sientan y estén bien; si hay algo que perdonar, elaborar o arreglar, háganlo cada uno en su proceso personal y juntos como pareja. Lo peor que puedes hacer es quedarte para cobrar facturas por lo ocurrido, y todavía peor quedarte para fastidiarle la vida. Sí es así sería preferible retirarte, a veces es más conveniente admitir que ya no hay confianza y que ya no es posible continuar juntos.

Y si esta es la opción, si la relación concluye, entonces vete con todo, no te ancles al rencor, a la tristeza y tampoco te amargues la existencia.

Vas a atravesar por distintas etapas y tal vez en el enojo te den ganas de hacerle pagar por tu tristeza, la misma ira o por haberte hecho perder el tiempo. Sin embargo, admite la responsabilidad que tuviste en la relación, no eres culpable de la traición o de lo que te haya hecho daño, no te lastimes más, quizá tú responsabilidad fue entregar las bases de tu seguridad, amor propio o autonomía, si fue así, aprende de la experiencia, admite qué sucedió, no te castigues y tampoco pienses cómo castigar al otro…

¿Aún así sigues deseando vengarte?

¿Sabes cuál es en todo caso la mejor venganza?
¡Seguir tu vida y disfrutarla todavía más!

Cerrar el ciclo, elaborando lo que sea necesario e irte dignamente, sin pausas ni retrocesos.

Darle un significado distinto a la separación, tomar la experiencia y enriquecerte como persona y como pareja.

La mejor venganza es que seas feliz y que dejes de darle importancia a lo que decida a partir de ahora tu expareja, que te niegues a cargar con lo que hizo, que le des la vuelta al engaño y no asomes ni la nariz en la vida de esa persona.

La mejor venganza es estar por encima de lo sucedido y descartarlo, si lo quieres tomar así, que sea enfocarte en ti, pensar en ti, cuidarte y amarte más cada día.

Contemplar la venganza es seguir enganchada o enganchado justamente con lo que quieres superar, así que utiliza lo que sea útil para ti de esta experiencia y trasciéndela siendo aún más feliz.

Igual y lo que sucedió es un regalo de la vida que en lugar de venganza amerita una celebración y gratitud infinitas.

¿Tiene caso perder tu tiempo y tu energía ahí donde no es buen lugar para ti?.
Que tu mejor “venganza” sea desearle suerte al otro y determinarte a seguir tu felicidad… ¿Lo pensé o lo dije?
¡Abrazos!
@Lorepatchen

Psicoterapia presencial y en línea
7711785074