El presidente, Andrés Manuel López Obrador, insiste en que la ONU trata de igualar su administración con las anteriores llamándola represora. El Ejecutivo insiste en que “No somos iguales.” Sin embargo, puede tener razón, no es igual, en apenas una tercera parte de su sexenio las muertes de civiles a manos del ejército y la marina han tenido una escalada que nos recuerda al sexenio calderonista.

Recalca que el ejército ha sido capacitado en el respeto de los derechos humanos y los medios descalifican tal capacitación. Los números más. El resultado de los enfrentamientos es de una letalidad abrumadora para los civiles y muy pocas bajas para el ejército. Ya con sólo este dato podemos señalar un abuso por parte de la autoridad pues los muertos hablan por sí mismos.

Intersecta ha sacado varios artículos al respecto analizando las cifras con lupa y asociaciones civiles han promovido amparos contra la presencia de la milicia en las calles haciendo labor de seguridad ya que se puede calificar de no estar dentro de las funciones que la Constitución marca para tales fines.

Sus atribuciones no pertenecen a la seguridad nada más, se han visto ampliadas administrativamente a las aduanas. Mientras todas las secretarías han visto recortados sus presupuestos la SEDENA lo ha visto crecer considerablemente.

Que la 4T sea o no represora es algo que se puede argumentar no sólo por el uso de la SEDENA sino de los cuerpos de autoridad en general y han sido muy a modo y las prácticas de antaño no han cambiado. Basta ver el caso del General Salvador Cienfuegos para poder poner el dedo en el renglón de que los uniformados de cierta jerarquía gozan de una impunidad alarmante.

Si AMLO argumenta que no usa un cuerpo de seguridad con la valla del 8M quedó muy claro que su gobierno está blindado y que si considera a grupos que se manifiestan como antagónicos a su régimen no tiene el menor empacho en usar la fuerza para reprimirlo.

Lo que resulta preocupante es que las fuerzas armadas gocen del beneplácito del mandatario que en campaña prometió retirar al ejército de las calles y que ya en el poder ha hecho todo lo contrario. No podemos dejar de ver que hay un López Obrador de campaña y otro en la silla presidencial.

El sistema de justicia sigue rebasado y son a cuenta gotas los casos que encuentran salida en juicios y procedimientos efectivos. Ya desde la subida de la 4T al poder la línea ha sido evitar los juzgados, conciliar las diferencias entre querellantes y llegar a acuerdos que no sean objeto de juicios. Por supuesto que en materia penal esto no se aplica de manera general, aun asi las cárceles estan llenas de personas en prisión preventiva que no han sido juzgadas lo que resulta por demás injusto pues son privadas de su libertad sin ser sentenciadas.

El inicio de la 4ª Transformación se ha visto ligada a un índice de mortalidad superior a los antiguos sexenios y esto no la hace ni mejor ni peor, sin duda la hace diferente de la idea que se tenía de un cambio. Mientras gente como Roemer goza de protección policial en su domicilio y 61 denuncias de abuso sexual, mientras Félix Salgado Macedonio se postula para gobernador con carpetas de investigación abiertas por violación, mientras el Poder se siga poniendo al servicio de los agresores y los que no respetan la Ley la tan prometida transformación no se llevará a cabo para bien de los ciudadanos. Hasta ahora ha beneficiado a la SEDENA y al cúmulo de muertes civiles que va dejando a su paso.