Raúl García Gutiérrez

“Mi esposo falleció en diciembre pasado por Covid. Ya no se pudo recuperar.” “A mi papá le dio coronavirus y se murió”. Desgarradoras y tristes historias se pueden escuchar al estar cuatro horas o más haciendo fila para los trámites funerarios en la Subdelegación del ISSSTE en Hidalgo.

En las oficinas antes mencionadas decenas de personas se dan cita todos los días, desde antes de las 8 de la mañana, a fin de alcanzar una de las 80 fichas que se entregan a diario para la atención de trámites de pensión, pago de marcha, certificación de beneficiarios y varios asuntos más.

En una colaboración anterior hablaba del México de las filas. Pues este es otro ejemplo, que tal vez llama más la atención porque se trata de resolver los últimos y dolorosos asuntos de las personas finadas.

Usted tiene que llegar lo más temprano que pueda para que le toque ficha y un buen lugar. A las 9 en punto se abren las puertas de las oficinas y, comúnmente, una oficial de seguridad reparte las fichas a los que ya estén formados.

Después, de uno en uno, los presentes empiezan a pasar al interior de la dependencia para realizar su trámite. La mayoría de ellos ya lleva todos los documentos requeridos, pero al llegar a la ventanilla correspondiente se llevan varias sorpresas.

“La licenciada estuvo de vacaciones, su documento aún no está firmado, regrese en tres semanas.” “A usted no le puedo entregar el cheque, tiene que venir el/la interesado/a.” “Es que si le doy el documento a usted, me corren; tiene que venir el titular.” Y cada nueva vuelta son de 3 a 4 horas de infinita paciencia y cansancio, haciendo fila, para que en dos minutos lo despachen con las manos vacías.

Hay días en que la fila avanza de forma constante y la espera no es tan prolongada. Pero hay otros en que, tal pareciera que se sienten contentos con el tumulto de gente, parada, afuera de las oficinas.

Algo está pasando en esta importante oficina, ubicada en Plaza Perisur, de nuestra ciudad capital. Los trámites se han vuelto lentos y excesivamente burocráticos. Como lo menciona el Presidente: un elefante reumático y mañoso, que hay que echar a caminar.

El punto medular de esto es que las viudas, los huérfanos, aparte de sufrir la pérdida de su ser querido, ahora enfrentan el burocratismo de esta dependencia, con largas y cansadas filas, horas de espera y la indiferencia de algunos servidores públicos que no otorgan la información completa desde el inicio de un trámite, para luego, ir cambiando los requisitos.

Tomemos en cuenta que no todos viven en Pachuca. A esta oficina asisten derechohabientes de todo el estado. No acuden por gusto. Acuden con un dolor a cuestas y por la necesidad de recibir los beneficios obtenidos por el familiar fallecido durante su vida laboral.

Si va en silla de ruedas o usa un bastón para apoyarse al caminar, requiere una andadera para desplazarse o evidentemente es un adulto muy mayor para estar parado por horas en una fila, no importa. Las fichas se reparten de forma general. No hay un trato preferencial por discapacidad o signos evidentes de vejez y dificultad para estar de pie.

Si bien, es entendible que la demanda de trámites ha aumentado bastante, considerando los letales estragos que está dejando la pandemia; lo mejor sería que, tanto las cabezas como los servidores públicos que ahí laboran, definieran estrategias de atención, difusión de información, plazos bien definidos para realizar cada gestión.

Creo que ya basta con el: “Disculpe, todavía no sale su trámite, venga la semana que entra.” “Es que mi jefe no ha firmado, dese una vuelta mañana.”
¡Ya basta!
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