Jorge Esqueda

Para México el próximo mes de junio será un mes crucial. Lo obvio son las elecciones municipales, estatales y federales del primer domingo de ese mes, que poco se pueden analizar con objetividad debido al fragor con que avanzan las campañas electorales. Pero también se encuentra agendada ese mes la primera salida al extranjero de la vicepresidenta estadunidense Kamala Harris, con sus destinos fijados: México y Guatemala.

A poco más de 15 días de efectuarse, esa visita está muy lejana de ser mero protocolo, y es así como todos los actores políticos en México deben de entenderla.
No sabemos el escenario que encontrará Harris derivado de los comicios del seis de junio.

Se antoja difícil el de “carro completo”, para usar la vieja pero no muerta fórmula priista. El otro lado de la moneda, un panorama desolador para el gobierno de la Cuarta Transformación, tampoco se ve posible a pesar del derrumbe de un segmento elevado de la línea 12 del Metro capitalino, aunque este hecho parece ubicar el escenario más probable como uno que oscile entre los dos citados primeramente.

Y cuál sea el escenario que encuentre Harris incidirá en sus medidas tácticas pero no se ve posible que modifique su estrategia hacia esa nueva unidad que se ve desde Washington: México y las naciones del Triángulo Norte, ya que esa estrategia depende del panorama político interno en Estados Unidos, el cual se puede resumir en una frase de los líderes republicanos en el Congreso del país vecino: evitar que el presidente Joe Biden logre sus planes.

No es que los líderes republicanos sean opositores ciegos, delirantes o intransigentes. Es que detrás de ellos tienen más que la sombra del expresidente Donald Trump, quien tras abandonar muy a su pesar la Casa Blanca en enero pasado, dijo que encontraría la forma de regresar”. Y una de esas formas es azuzar el sentimiento inmigrante de los estadunidenses.

En esa tarea parece que cosecha frutos porque la realidad le da los elementos. El pasado 17 de abril una nota de la cadena NBC afirmaba que menos de una cuarta de personas mayores de edad aprobaba el manejo de Biden del tema migratorio, y entre sus simpatizantes demócratas, quienes ven a la migración indocumentada como un problema mayor es ahora de 29 por ciento mientras un año atrás era del 15 por ciento, de acuerdo a cifras citadas provenientes del Pew Research Center.

Esas cifras obedecen simplemente a que la migración ha aumentado como lo refleja el número de detenciones en la frontera binacional por parte de la Patrulla Fronteriza: el pasado febrero fue el décimo mes consecutivo de crecimiento de detenciones de migrantes sin documentos, con casi cien mil, número no visto desde mediado de 2019, y todo un contraste con los 16 mil 182 de abril de 2020.

Un dato preocupante para México es que de los aprendidos en febrero cuatro de cada 10 eran connacionales nuestros (42 por ciento), cuando en mayo de 2019 solo fueron el 13 por ciento.

Curiosamente los datos del Pew señalan que los migrantes de los países del Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras) representaron el 46 por ciento, cuando en mayo de 2019 sumaron el 78 por ciento.

En su cita de junio Kamala podrá llegar con su sonrisa acostumbrada, como la que mostraron las fotografías de su videoconferencia de la semana pasada, o un gesto semi duro, pero la presión de las cifras que alimentan a su vez la presión de una opinión pública azuzada por el expresidente Trump, harán que mantenga su estrategia de encontrar soluciones ya, sin olvidar, claro, que ella también tiene aspiraciones a futuro.

De salida: la historia sin fin. Un juez israelí autoriza nuevos asentamientos judíos en tierra palestina, lo que desata violencia entre grupos islámicos fundamentalistas palestinos y el ejército israelí, donde las víctimas en abrumadora mayoría son civiles palestinos. El mundo pide calma y negociación. ¿Hasta cuándo esta historia sin fin?
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