René Anaya

Ahora que se ha acelerado la entrega de vacunas y su aplicación entre toda la población, al parecer han surgido dudas letales sobre su eficacia y seguridad, porque la información sobre las vacunas es tomada fuera de contexto o es interpretada según el criterio de quien la procesa, sin el conocimiento del método científico.

Además de la desorientación individual, lo más grave es cuando esa información distorsionada se multiplica por su difusión en redes sociales y hasta en medios masivos de comunicación, sin tomar en cuenta el efecto adverso que puede causar a la población, ya que se siembran la duda y la desconfianza en la seguridad de las vacunas.

De la información al conocimiento
La información sobre vacunas u otras investigaciones no debe presentarse como un dato curioso o sensacionalista, como se acostumbra con los cientos, miles de medicamentos supuestamente efectivos contra el cáncer, considerados así porque se leyó que un grupo de investigadores probó en animales de laboratorio una sustancia. Y efectivamente, el resultado puede ser producto de una investigación seria, pero de ese primer paso a su aplicación en seres humanos hay una ruta que muchas veces no se logra transitar porque se presentan reacciones adversas.

Quienes se han asomado al método científico pueden valorar la importancia de esos avances y sus alcances y limitaciones. Pero si se pretende trasladar casi mecánicamente las virtudes de un reportero de temas políticos o económicos al mundo de la ciencia, puede haber resultados desastrosos, pues el trabajo del reportero (ahora llamado periodista de investigación), puede quedar en una sucesión de datos inconexos.

Claro que ese vaciado de datos puede hacer parecer al reportero como un ser de gran erudición… o pedantería, pero no conducirá al receptor al conocimiento e interpretación de los datos, y menos al análisis y conclusiones que deben conformar un reportaje.

Por esa razón se requiere formar a periodistas de ciencia o por lo menos transmitir las bases fundamentales del método científico para que se pueda tener una valoración adecuada de la información, ya que en esta época en que la interdisciplinariedad es esencial para diversos campos, el periodista de ciencia requiere un mejor conocimiento de estos, pues algunos egresados de carreras científicas y técnicas pueden competir por espacios en los medios, con el conocimiento profundo de esos temas.

Thomas E. Patterson, en su libro Informar las noticias. Hacia un periodismo basado en el conocimiento, advierte: “La formación basada en el conocimiento daría a los graduados en periodismo una habilidad que los demás no tienen y que no podrían adquirir fácilmente”.

Para vacunarse de espanto
Con esa formación basada en el conocimiento se podrían seguir correctamente los cinco principios intelectuales de Kovach y Rosenstiel (citados por Patterson): 1) nunca añadir nada que no estuviera originalmente ahí, 2) nunca engañar a la audiencia, 3) ser lo más transparente posible sobre los métodos y motivos, 4) confiar en el propio reporte original y 5) ejercitar la humildad.

Lamentablemente, con más frecuencia de la que se quisiera, no se cumplen esos principios, no solo en México sino también en otros países, lo que llevó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a difundir el 11 de junio pasado la Declaración para los profesionales de la salud: cómo se regulan las vacunas contra la COVID-19 para garantizar que son seguras y eficaces, que elaboraron en conjunto la Coalición Internacional de Autoridades Reguladoras de Medicamentos (ICMRA, por sus siglas en inglés) y la OMS.

La ICMRA está conformada por organizaciones gubernamentales de países de la Unión Europea, así como de Australia, Brasil, Canadá, China, Irlanda, Japón, Corea, Países Bajos, Nueva Zelanda, Nigeria, Singapur, Sudáfrica, Reino Unido, Estados Unidos y México, representado por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).

La Declaración tiene, entre otros objetivos, que la vacunación generalizada ayude a “reducir el número de personas enfermas que acuden a los hospitales, lo cual redundará en una disminución de la carga que representa esta enfermedad para los sistemas de salud. Por último, la vacunación nos permitirá recuperar el funcionamiento normal de nuestras sociedades y reabrir nuestras economías”.

En ese documento, difundido en un comunicado de prensa, se encuentra información directa y sencilla sobre las vacunas, desde su generación, hasta su eficacia y seguridad, así como los procedimientos que se siguen para su autorización en cada país.

Por lo tanto, es de gran utilidad tanto para médicos como para periodistas y público en general, ya que se va de la información al conocimiento del alcance de las vacunas.

@RenAnaya2
f/René Anaya Periodista Científico
*Publicado en la Revista Siempre!