Jorge Esqueda

En distintos lugares del mundo la prensa se encuentra acosada. Es cierto que puede estar asociada a intereses políticos o económicos, pero existen un par de constantes en ese acoso: quienes lo realizan tienen una personalidad autoritaria, creen en la mano dura y no toleran la crítica, además de que, en segundo lugar, ese acoso es parte de sus acciones políticas contra la oposición.

Un breve recuento nos señala que en estos días esa situación se vive de manera aguda en Hong Kong en tanto región administrativa especial de China. En Filipinas, en Brasil y de manera sobresaliente en Nicaragua.

Pero de ninguna manera se trata de los únicos ejemplos, sino tan solo de los que conforman la coyuntura, es decir, lo de estos días. China, Rusia, Arabia Saudita, Hungría, Israel con la prensa palestina, Bielorrusia o El Salvador, se suman a la lista de riesgo.

La función obvia de la prensa es informar, es decir, dar a conocer lo que pasa en los temas que interesan a la gente. El problema nace cuando la información revela insuficiencias, carencia, errores, fallas, etcétera, del poder político.

Ahí es cuando el poder político reacciona, al tiempo que la prensa encuentra su justificación existencial: formar parte de la serie de contrapesos que, sin excepción, todo sistema político debe de tener. El problema crece cuando algunos o muchos medios van en concierto con entidades opositoras. Y llega a límites de crisis si el poder está ejercido por políticos que no toleran la crítica.

Es lugar común señalar que a más críticas y más tolerancia, se diga que existe más democracia en el sistema político de que se trate. Cuando en esa ecuación se reduce la tolerancia de los jugadores políticos hacia las críticas de los medios, cae también la calificación de democrático de un sistema político.

Es una situación compleja y siempre en cambio la relación prensa (incluidos medios audiovisuales y vía internet) y el poder político. China, por ejemplo, enfrenta ahora su negativa para siquiera ajustar sus valores, mientras en la esfera tecnológica y económica corre cada vez más hacia los valores de Occidente.

Eso lo vive Hong Kong, ex colonia de Reino Unido, que en 1997 regresó al dominio de China pero con un estatuto que le permite mantener su sistema político por 50 años. Y los hongkoneses se niegan a aceptar los valores políticos chinos, defendiendo esa situación con duras manifestaciones en las calles de ese centro financiero asiático vital para Beijing.

El capítulo en desarrollo de esa defensa es el acoso que sufre el diario Apple Daily, que suma seis de sus más altos ejecutivos detenidos. Curiosamente, los tres del área administrativo alcanzaron fianza, no así los tres directamente vinculados a tareas periodísticas. La acusación es conspirar con intereses foráneos, que se suma al congelamiento de su circulante, por lo que este sábado podría ser el último en que circulara este medio si no se le reabren sus cuentas.

Filipinas enfrenta casos de periodistas asesinados pero destaca Maria Ressa, directora de Rappler, un medio electrónico crítico del presidente Rodrigo Duterte, quien ha hecho titulares por sus amenazas de muerte no solo a los narcotraficantes sino también a los consumidores. Ressa está en prisión luego de 10 órdenes de aprehensión, entre ellas tres por difamación y otra por fraude fiscal. Mientras, el mandatario filipino amenaza a la gente con el uso de métodos poco convencionales para vacunarlos ante su negativa para hacerlo voluntariamente.

En Brasil, el pasado abril fue un mes duro para los periodistas, con dos de ellos asesinados. Aparentemente no hay liga entre el presidente Jair Bolsonaro y esas muertes, salvo que ambos cuestionaban su manejo de la pandemia de coronavirus. El mandatario de lo que sí es inapelablemente culpable es de usar el peor lenguaje contra la prensa. “Ustedes son una prensa de porquería”, dijo a una reportera del conglomerado de medios O Globo que lo cuestionó por no usar cubrebocas a pesar de haber sido multado por ese hecho en varias entidades brasileñas.

Con todo, Nicaragua se cuece aparte. A la mitad de esta semana suman 15 los opositores de primera línea detenidos, cinco de los cuales había expresado su intención de participar en la elección presidencial del siete de noviembre, que a este paso solo tendrá la participación del presidente Daniel Ortega o de su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo.

Las acusaciones contra los 15 detenidos van de lavado de dinero a asociación con entidades extranjeras o, inclusive, publicar noticias que alarmen a la población, pero es una situación que va más allá de la prensa, pues parece el develamiento de una dictadura que desde hace algunos años ha estado ahí pero gozaba del don de la invisibilidad, Ahora, solo se muestra.

La prensa, en todo el mundo, de ninguna manera es perfecta, pero de todas sus funciones, la de contraponerse al poder político establecido, es la que más debe de cuidarse.
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