“La vida sin abejas sería un desastre global, al hombre solo le quedarían cuatro años de vida. Sin abejas, no hay polinización, ni hierbas ni animales, ni hombres.” La frase anterior se le atribuye a Albert Einstein. Sea así o no, encierra una verdad ineludible sobre la importancia de este pequeño gran héroe de la naturaleza.

Las abejas son consideradas como los seres vivos más importantes del planeta, sin embargo, estudios recientes han confirmado la extinción de alrededor del 90% de la especie en el mundo.

El desmedido uso de pesticidas afecta a este animalito, responsable de la polinización del 70% de los cultivos mundiales. Su labor es importantísima para la reproducción de las plantas.

Existe un tipo de fertilizantes usados en cultivos de algodón, maíz y girasol llamados neonicotinoides. La mezcla de las sustancias usadas en ellos afecta los procesos de aprendizaje del cerebro de las abejas, afectando entre otras cosas, la relación entre el aroma floral y el alimento, lo cual provoca que las abejas mueran al no ser capaces de alimentarse.

Por si no fuera poca la intervención humana en su extinción, las abejas sufren el ataque del llamado Ácaro Varroa, uno de los mayores causantes de su desaparición. Este animal se alimenta de su sangre y le trasmite un virus letal como el del Ala Deformada. El ácaro está extendido por todo el mundo, con excepción, por el momento, de Australia.

El cambio climático y la contaminación causada por el hombre también están acabando con estos útiles insectos. Con la reducción que causan en la potencia de los químicos que emiten las flores, a las abejas les cuesta más trabajo localizarlas. La volatilidad del clima ha afectado las temporadas de floración y la cantidad de plantas y flores.

Una sola abeja puede producir una cucharadita y media de miel en su vida. Se calcula que 250 mil especies de plantas con flores dependen de ellas por su polinización. Los murciélagos, las mariposas y las avispas también ayudan a polinizar, pero no son tan efectivas como las abejas. Y los humanos nos hemos convertido en su peor depredador.
Son muchos los animales que dependen de este hermoso insecto, temido por muchos por su picadura y amado por otros por los grandes beneficios que nos brindan. Hay muchas aves, animales pequeños e insectos que no tendrían alimento como las plantas y las semillas que producen, sin las abejas simplemente desaparecerían.

A partir de 1986, con la llegada de la abeja africana a México, y la consecuente mezcla con las especies europeas, se generó un clima de animadversión en contra de la especie. Una de las características principales de la abeja africana es la agresividad, la cual empezó a generar ataques a personas y animales.

Un número importante de la población entró en pánico y comenzaron a destruir y extinguir a esta noble especie. Al no ser posible la erradicación de las colmenas africanizadas, el Gobierno de México ha implementado programas de control, a fin de que el sector apícola no se vea afectado al reducir su producción.

Las abejas son conocidas desde tiempos antiguos como sinónimo de virtud, trabajo y abundancia. No en balde, la famosa estrella hollywoodense Morgan Freeman dijo: “Hay un esfuerzo concertado para traer a las abejas de vuelta al planeta, no nos damos cuenta de que son la base, considero, del crecimiento del planeta, de la vegetación”. Y no se quedó solo en una declaración. El actor transformó una de sus propiedades en un santuario para abejas.

¿Seremos testigos de la extinción de la especie más importante para el ser humano y el planeta en sí? ¿Cómo podemos colaborar a salvarla? Te doy una propuesta super sencilla.
Pongamos un recipiente no muy hondo con agua endulzada en nuestro jardín o patio.

Seguramente alguna o algunas abejas no tardarán en llegar a alimentarse con ese líquido. No podemos salvar miles o millones de abejas, pero si podemos salvar algunas.

Si llegan a las flores de tu jardín, no las espantes ni las mates. En ocasiones entran a las casas atraídas por el aroma de la fruta o de los perfumes que usamos; si eso sucede, ayúdalas a salir de casa, no las agredas.

Finalizo con una frase del escritor británico Steven Magee, “Las abejas están muriendo y los humanos no están muy lejos”.

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