En el pasado medio siglo, Chile ha dado ejemplos de cómo las urnas sí expresan la voluntad ciudadana y las posibilidades que para el cambio esa vía representa. El pasado domingo 19 de diciembre ocurrió la más reciente muestra, que sumada a la redacción de su nueva Constitución, abre un horizonte que puede deparar importantes derroteros para la cuestionada izquierda latinoamericana, pero también desembocar en un final triste.
Recapitulando y recordando, el primer ejemplo de ese medio siglo fue la elección de un presidente que buscaba modificar el sistema e imprimirle un carácter socialista, la llamada “vía chilena al socialismo”. Salvador Allende había intentado en 1952, 1958 y 1964 ganar la presidencia de su país, pero fue en su cuarto intento, el de 1970, cuando lo logró.
Omitiendo sin olvidar el golpe de Estado de septiembre de 1973 dado por el Ejército del país sudamericano comandado por Augusto Pinochet, fue hasta octubre de 1988 cuando los electores chilenos, tras una campaña que unió a la oposición, dijeron con claridad que no querían que el general golpista prolongara su mandato de 15 años otros ocho y mejor se fuera a su casa. Las urnas con votos fueron más poderosas que rifles y tanques. El segundo ejemplo
Desde esa elección Chile ha escogido a su presidente por la vía electoral, pero sin tocar una pieza fundamental del régimen pinochetista: su Constitución. Pero ahora está en marcha el proceso de cambio.
Tomó 12 años desde octubre de 1988 que se dieran las condiciones para comenzar el cambio de esa pieza central del pinochetismo a través de una asamblea ciudadana, lo que demuestra que un cambio de régimen no se hace solo con voluntad o discursos.
En mucho correspondió a la juventud chilena salir a la calle de manera intermitente desde 2006 y hasta 2019 –trece años, ni más ni menos- para crear las condiciones que en los próximos meses podrían eliminar las normas de la dictadura. La prueba de que esas condiciones estaban dadas fue la respuesta social a un aumento de tarifas en el transporte, que a pesar de su cancelación, fue insuficiente para que regresara la calma.
¿Qué hartó a los chilenos? Sin duda, en primer lugar, la decepción de comprobar que las administradoras privadas de fondos de pensiones (AFP, conocidas en México como Afores) no daban a sus primeros jubilados el 70 por ciento de su sueldo final, sino bastante menos, para un 80 por ciento de jubilados un monto menor al salario mínimo. Es cierto que la gente en Chile vive más y esto tiene que ver, pero no es solo eso y de ahí el disgusto social.
También un 80 por ciento, pero del conjunto de chilenos, es beneficiario de la atención pública a la salud, pero con calidad deficiente. Otra causa de la creación de condiciones para acabar con el régimen pinochetista, sin olvidar que a pesar de que 60 por ciento de estudiantes se beneficia de educación gratuita, no lo hace con estándares de calidad, sin olvidar la corrupción, la toma de las grandes decisiones entre unos cuantos y la apropiación del agua.
Ante todo esto, en octubre de 2020 los chilenos aprobaron redactar una nueva Constitución y que lo hiciera una Asamblea Constituyente, y apenas en mayo pasado, fueron electos sus 155 miembros, con un mensaje: dos tercios correspondieron a la izquierda y a los independientes. Tercer y cuarto ejemplos.
El 11 de febrero de 1986 Pinochet estaba en la parte final de su mandato que, como ya se recordó, fue votado dos años después para que ya no siguiera. En esa fecha nació Gabriel Boric Font, cuya vida ha transcurrido en el proceso de abandono del pinochetismo, y que desde La Moneda, el palacio presidencial, le tocará guiar como mandatario tras su elección el pasado domingo 19, quinto ejemplo, pero en comunicación con el Constituyente que redacta la nueva Constitución, cuyo borrador deberá de estar listo en unos seis meses.
Treinta y seis años para cambiar un régimen y aún no se sabe las características del nuevo ni hasta donde llegará. Boric triunfó pues representa una nueva y real posibilidad de cambio, tanto, que pudo derrotar a los sectores sociales que impulsaban a un verdadero heredero de Pinochet, lo cual advierte que tendrá que hacer mucho trabajo a ras de tierra, con la gente que choca directamente con sus ideas, si es que se quiere avanzar y no terminar en otro drama.
De salida: todo hace temer que la pandemia de Covid19 está tomando un nuevo aire. Estas fiestas decembrinas son clave. Y si bien se debe a su capacidad de transformarse, también a todos aquellos que pudiendo no se vacunan, que insisten en sentirse embozalados por el cubrebocas o que no guardan su distancia con el resto, y por supuesto, con las autoridades que no cumplen con su tarea de prevención.
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