Las reformas propuestas por titulares de las secretarías de estado, o por algún cercano a esos ministerios, supuestamente están destinados para reparar el área que les corresponde y mejorar la vida cotidiana del país. Los proyectos o las reformas están redactados por eruditos, otros con la supuesta presunción de conocer el tema, más siempre se estrellan con la realidad, se topan porque las condiciones no son las apropiadas, o porque son proyecciones fuera del contexto social, político o cultural. Entonces, estas propuestas se aplican mal, se debilitan o ni siquiera se imponen para su ejecución.
Cuando de reformas políticas o económicas se tratan, se imponen con ciertas normas o leyes, que a veces resultan desalmadas, su desaparición es progresiva o de forma brusca, según sea el régimen político en donde se apliquen. Hay reformas o planes culturales, educativas con el afán de ubicar al país a las nuevas condiciones sociales, económicas y políticas que predominan en el mundo. Sin embargo, hay otras reformas o planes que retroceden hacia tiempos pasados, propuestas que solo conservado en la memoria individual.
Es el caso del nuevo plan educativo nacional que dieron a conocer la semana pasada, por parte de la Secretaría de Educación Pública (SEP), documento que plantea la anulación de grados, ahora será por fases, seis en total, desde meses de haber nacido hasta terminar los estudios de secundaria.
El citado documento enarbola la evidencia de: ¨Eliminar la competencia” a su vez “dedicar mayor tiempo a los procesos cognitivos, emocionales, sociales, culturales que las y los estudiantes requieren para el desarrollo óptimo de sus capacidades”. Propuestas necesarias para que el educando tenga un desarrollo integro, conocimiento, salud física, elementos culturales, artísticas y el manejo de sus emociones.
En donde existe discordancias, es en lo referente, donde se evita que haya competencias, y anulan la palabra neoliberalismo en los programas. Voy por partes, que no se participe en las evaluaciones, organizado por el Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes, (PISA), prueba en que los mexicanos ocupamos casi los últimos lugares. Siendo que la competencia es fundamental en este tiempo de la mundialización de la economía. Por eso, la Organización de las Naciones Unidas para la Cultura, la Ciencia y la Educación (UNESCO): “establece que las competencias para la vida son cada vez más esenciales en el mundo en el que la información y la tecnología se renuevan a una velocidad creciente y las necesidades de los jóvenes deben ser la base de su educación”. De no participar en las competencias, se rezaga, se estanca en la estructura socia a la que nace, sin visos de superación.
La educación es elemental porque prepara al hombre a desenvolverse en la vida, prepara al hombre en diversas tareas para realizarlas, prepara de cómo enfrentar la vida en sociedad, concordar con otros para convivir en armonía y no solo para confrontarse unos con otros por nimiedades, por razones ideológicas o de intereses políticos y económicos. Además, la educación contribuye en preparar a la persona para resolver sus necesidades de carácter económico y enfrentarse a las condiciones que se le presente. El tipo de educación que se imparte es considerado por el proponente del nuevo plan educativo por ser: “el modelo neoliberal, individualista, competitivo, egoísta, punitivo, tracista, patriarcal, eurocéntrico, inhumano, clasista…” En sustitución a estos términos hay que fomentar “aprendizajes sociocomunitarios.” Esto y más expresó el Dr. Marx Arriaga Navarro, director de Materiales Educativos de la SEP.
El liberalismo, es una doctrina filosófica basado en la libertad del individuo, sistema político caracterizado porque el Estado tiene una participación restringida en la vida económica y social. El liberalismo es Teoría Política que planteó desde sus inicios, la división del poder en: Poder Legislativo, Poder Ejecutivo y Poder Judicial. Poderes que conforman los regímenes liberales o repúblicas, en sustitución de los regímenes monárquicos absolutistas, donde el Rey o reina, quienes concentraban y centralizaba el poder, aplicado también por regímenes autoritarios y dictatoriales.
El fundador del liberalismo clásico fue el inglés John Locke, personaje extraordinario de mente diáfana, fue médico, filosofo, teórico político y pedagogo. Defensor del hombre para que participe en su desempeño social, educativo, económico y político. Expresó que su deber es participar porque vivimos en régimen, liberal y democrático. Comparto uno de sus sentencias: “Nacemos libres y ningún poder de la tierra puede sujetarnos, cómo no sea nuestro propio consentimiento”. Estas palabras indican que las sociedades modernas ya no haya dictadores, tiranos, mandones, ahora el poder lo posee el ciudadano.
Estas ideas liberales en el ámbito político, fueron ron adaptadas en el ámbito económico por distinguidos fisiócratas, Adam Smith y David Ricardo y otros, para tener la libertad de producir lo que en su mente les dictaba y venderlas a otras partes, de allí las palabras: “dejar hacer, dejar pasar (Laisee faire, laisee pasee)”. En el trascurrir el tiempo estas ideas han sido tomadas por otros, leídos y jefes de Estado como lo fue George Washington: “La educación es la llave para abrir la puerta de oro de la libertad”. Preservar la libertad individual para no cederla a los deseos del poder centralista. Eso creo y ¿usted apreciada lectora y estimado leyente, que opina?