Fue algo sorpresivo, único y sin igual, la reacción de la población pachuqueña recuerda que la inundación de aquel 24 de junio de 1949 ha sido una de las grandes tragedias que ha padecido la ciudad de Pachuca, aunque fue de consecuencias previsibles ya que no fue desazolvado el río de las Avenidas durante decenas de años, lo que provocó el taponamiento que finalmente dispersó un enorme torrente de aguas lodosas sobre las calles de la ciudad.
Evidentemente en 1949 la magnitud de agua que corría por las principales arterias de Pachuca buscando un cauce para desembocar, llena de un alud lodoso de gran magnitud arraso con todo a su paso. El agua atrapó y arrastró a decenas de personas, aprisionadas en esa marea, sin que pudieran nadar ni mover brazos ni piernas. En pocos segundos murieron ahogadas más de 50 personas.
El 24 de junio de 1949 llovió copiosamente sobre la ciudad y en los cerros de la Sierra de Pachuca, durante más de 30 minutos. Al cesar el aguacero, la gente comenzó a caminar habitualmente por las calles del centro, cuando de pronto irrumpió el enorme caudal que provenía del río de las Avenidas, que se precipitó por las calles Zaragoza, Venustiano Carranza y siguió vertiginosamente por las de Hidalgo, llevándose todo a su mortal paso: personas, puestos semifijos, coches y mercancías de todo tipo.
En menos de 15 minutos la fatalidad se enseñoreó en la ciudad capital a consecuencia de una tromba abatida entre los cerros del noreste, en la Sierra de Pachuca. Una versión lógica es que las aguas rodaron por las cañadas de Texinca y Rosario y en esta última se formó una represa cerca de la mina-terrero Milanesa, debido a que desde hacía tiempo se arrojaron en la garganta minerales de baja ley, pedazos de rieles y basura.
La represa acumuló gran cantidad de líquido hasta que no soportó la presión y se abrió, dando cauce al gigantesco torrente, que se fue cañada abajo, brincó la carretera Pachuca-Real del Monte y anegó completamente la zona donde se inicia el río de las Avenidas, por donde corrió hasta chocar con un tapón formado, debajo del mercado Benito Juárez, con ramas de árboles, piedras, granizo y lodo.
Al romperse la represa superficial del terrero Milanesa, las aguas aumentaron considerablemente debido a que los torrentes seguían bajando de las cañadas que recibieron la inusitada precipitación de la llamada tromba. Al llegar al tapón del mercado golpearon una y otra vez, y la fuerza incontenible derribó la barda oriental del Ensaye de la Compañía Real del Monte y Pachuca, situado en Venustiano Carranza, así como la pared norte, trasera del mercado Benito Juárez, hoy Hidalgo. El gran caudal salió por las puertas laterales y arrasó los puestos de La Cuchilla, plazuela adjunta al citado mercado. El saldo fatal fue de 55 muertos, 28 hombres y 27 mujeres, algunos de ellos niños. No hubo heridos, pero si muertos. Los cadáveres fueron trasladados al anfiteatro, casi todos en calidad de desconocidos para después identificarlos sus familiares.
El presidente de la República en turno, Miguel Alemán Valdés, exhortó al Banco de México a proporcionar dos millones de pesos para apoyar a los damnificados y reintegrarlos a la vida económicamente activa. El gobierno estatal ordeno la rectificación del cauce del Río de las avenidas y lo realizó entre la hacienda de la luz (Allende) y la colonia Real de Minas.