En el mundo, las migraciones fuera de los cauces legales se mantienen como uno de los fenómenos sociales más dramáticos, ante las cuales las políticas que aplican los países receptores parecen funcionar con una eficiencia muy baja, mientras los países de salida siguen en las mismas condiciones que llevan a sus ciudadanos a tomar la decisión de abandonar sus raíces ante la certeza de la pobreza y en al menos México y América Central, la fuerte posibilidad de la muerte.

En los años recientes, solo la epidemia de Covid 19 ha sido capaz de frenar la migración pero no desaparecerla. Las cifras respectivas muestran una caída a lo largo de 2020, cuando nos mostramos sin conocimientos, armas y estrategias para enfrentar al coronavirus pandémico.

Pero desde 2021, cuando ya había una amplio –aunque no total- conocimiento del patógeno, de cómo manejar la enfermedad y sobre todo, se contó con vacunas, el flujo de migrantes retomó su ritmo, aunque muchos de ellos carecieran de vacunas, porque seguir en su país de origen fue de nuevo más peligroso que la pandemia.

Existe en consecuencia un antes y un después de la pandemia en relación a las migraciones, y la noticia es que regresamos a la situación prepandémica, por lo menos en lo que toca a nuestro país.

La revisión de las cifras de repatriación de mexicanos desde Estados Unidos indica que en todo 2019 hubo 211 mil 241 personas repatriadas, entre hombres, mujeres y menores de edad.

Para 2020 el total de repatriaciones de mexicanos desde Estados Unidos sumó 184 mil 402, disminución de 12.7 por ciento, significativa pero reveladora de la fuerza migrante. El año pasado el total de migrantes regresados a México alcanzó 160 mil 689, baja de 23.93 por ciento en relación a 2019 y de 12.85 por ciento respecto a 2020.

Este año, con cifras a mayo último, es decir, hace mes y medio atrás, el total de repatriados mexicanos desde Estados Unidos ya iba en 112 mil 298 personas, hombres, mujeres y menores de edad, cifra superior a la que en los mismos cinco primeros meses de cada año, se dio en 2019 (89 mil 178), 2020 (76 mil 3919) y 2021 (71 mil 310), de acuerdo al Boletín de Estadísticas Migratorias de la Unidad de Política Migratoria, Registro e Identidad de Personas de la Secretaría de Gobernación. (https://cutt.ly/dLmDm3x)
Parte de las repatriaciones de mexicanos desde el país vecino debe de atribuirse a la aplicación del Title 42, que marca la posibilidad de prohibir la entrada a personas y bienes de otro país en caso de enfermedades contagiosas, una previsión legal que data de 1942, la cual fue aplicada en la era Trump y que el presidente Joe Biden ha querido anular pero sin éxito.

Otra cara de la moneda es que al menos en lo que se refiere a detenciones en Estados Unidos entre enero y mayo pasados de migrantes sin documentos, la mayoría son de mexicanos –37 por ciento o 379 mil 206- y los originarios de Nicaragua, Honduras y El Salvador –el llamado Triángulo del Norte- dichas detenciones sumaron 210 mil 876, 55 por ciento del total de mexicanos.

Muchas preguntas nuevas deben de hacerse para entender qué pasa con los mexicanos que se van. De salida, las condiciones de pobreza y cada vez más, de violencia. Pero también habría que agregar los lazos familiares trasnacionales, es decir, el pariente cercano que llama al sobrino, al primo, luego de haberse instalado y encontrarse en condición de apoyar a otro y ayudarlo a mejorar, aunque no enfrente inmediatas condiciones de pobreza o violencia.

Desde luego, se encuentra también la demanda del mercado de trabajo estadunidense ¿Qué clase de migrante necesita, que ofrece, donde? Algunas de estas preguntas se encuentran semi respondidas, pero no debe olvidarse que la realidad social y económica cambia de manera constante, y hay que mantener actualizadas las respuestas.
Todo ello ayudaría sin duda a entender mejor la migración y darle cauces humanos donde, en primer lugar, se erradique la visión policial y, desde luego, el tráfico inmoral, mortal y terrífico de personas.

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