En los últimos días ha acontecido como noticia nacional la constante alarma respecto al volcán “Popocatépetl” y una posible erupción. Sin duda, de suceder dicha erupción, sería un acontecimiento catastrófico y por demás histórico en nuestros días.

Esperemos que “Don Goyo” tal como se le conoce cariñosamente contenga sus ímpetus y mantenga la calma por unas décadas más. Al investigar más sobre este peculiar volcán de nuestro país encontramos no solo datos geológicos sino también uno por demás.

interesantísimo al resultar que dicho volcán tuvo un dueño que esperaba volverse millonario aprovechando las riquezas de azufre de su volcán. Analicémoslo…

En los periódicos de la época, y como si fuera algo muy común, se mencionó la venta del volcán y de los terrenos aledaños. Según un recorte de 1889, dieron fe de un arreglo mercantil entre el general Gaspar Sánchez Ochoa y un tercero a cambio de 500 mil pesos oro nacional, junto con una compañía estadounidense, organizaron la venta del volcán y el establecimiento de una fábrica de ácido sulfúrico que abasteciera a la Ciudad de México y a todas aquellas ciudades donde llegarán los ferrocarriles.

De inmediato se esparció la noticia y a inicios del siglo XX, justo en 1900, la Sociedad Agrícola de Santiago Xalizintla de Cholula se dijo en contra de la venta del volcán Popocatépetl, así como de los deshielos de la Hacienda de Tlamacas y los terrenos aledaños, entre los cuales ellos salían afectados.

Para 1903, y luego de salvar un embargo y un juicio mercantil que estaba en vigor desde 1874, su propietario y socio de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística decidió venderlo a una compañía de los Estados Unidos, quienes pensaron que era un truco publicitario.

Sin embargo, el diario “El Tiempo” publicó en 1904, una noticia con el título “Venta del Popocatépetl. Negocio Consumado”, misma en la que afirmaron que el notario Gil Mariano León realizó la escritura con seis pesos de honorarios.

“El precio total de dicha transacción fue de trescientos mil pesos oro americano, de los cuales se aplicaron 96 mil pesos al pago de diversos créditos que garantizaba antes el vendedor de la propiedad”, sostenía la nota de la época.

Cuando todo marchaba de la mejor forma para los dueños, iniciaron los problemas debido a que el comprador pagó en partes, pero solo dio 30 mil y 40 mil pesos y después cortó el flujo de dinero, por lo que el primer dueño hizo efectiva una de las cláusulas de la escritura de compra-venta que decía “Por falta del cumplimiento del contrato, la propiedad del Popocatépetl volverá al poder de su primitivo dueño”.

En resumen, gracias a la morosidad de sus compradores y probablemente a los prolongados sucesos revolucionarios en donde el país convulso estaba ocupado en otro tema, el famoso volcán regresó legalmente a manos mexicanas.

Sin embargo, todavía en enero de 1930 Daniel M. Vélez alertó a las autoridades a través del periódico “El Universal” sobre la posible venta de la montaña humeante a un “Caballero extranjero.” A la vez exhortaba a las respectivas dependencias de gobierno a comprar este bien nacional y otros importantes volcanes del país.

Por fortuna será hasta el año de 1935 en el que el entonces presidente Lázaro Cárdenas declarará Parque Nacional al área que comprenden los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl.