Para quienes amamos los libros y, además, tenemos la irremediable necesidad de escribir, la literatura se tiende ante nosotros con inhóspitos caminos; para nada tenebrosos, al contario, la mayoría de ellos atractivos porque siempre, siempre, terminan por sorprendernos.
En esos parajes que se transfiguran ante nuestros ojos, sea dentro de las páginas de un libro como en el andar literario de a pie, tuve el privilegio de conocer al maestro Juan Galván Paulin. Todo ocurrió en el taller literario que él daba, a finales del siglo pasado, en la Casa de Cultura de Real del Monte. Su personalidad es, al conocerlo, prefacio de su carácter como escritor. Vestido pulcramente sin excepción, hace pensar que se ha equivocado de época y que, perteneciente a una estirpe de escritores de cepa, ha transgredido la ley del tiempo para compartir con nosotros la sabiduría acumulada en sus lecturas y avatares literarios.
En aquellas sesiones aprendí de él la verdadera esencia de la poesía, el rigor de quien la enfrenta, la catarsis que provoca en quien la comparte y el valor de quien apuesta en ella sin nada que ganar (viene a mi cabeza la roquera voz de Miguel Ríos). Sobra decir que esas enseñanzas consolidaron en mí la vocación de escriba y desarrollaron un sentimiento de agradecimiento y amistad con el Maestro. Años después descubrí con beneplácito que yo no era el único, que los seguidores de este hombre de letras éramos un hatajo. Debido a eso, muchos de mis colegas hidalguenses lo invitaban a las presentaciones de sus libros sobre todo en la Feria del Libro Infantil y Juvenil Hidalgo que se realiza año con año en el Centro Cultural del Ferrocarril. En esas oportunidades verlo, saludarlo, escucharlo siempre significó una distinción.
Especialmente, uno de sus libros, “De biznagas y otros nombres”, escrito entre el Valle del Mezquital y la Sierra Alta de Hidalgo, develó ante mis ojos una de las formas más exquisitas de desplegar la vida como crepitar de la literatura; un escritor que ata su vida en disposición de las palabras que describen los lugares y las personas que le rodean.
Juan Galván Paulín es esencialmente poeta. Su profundo conocimiento de la literatura, el arte y la tradición lo ha llevado a incursionar, con indiscutible consecución, en el cuento, la novela y el ensayo. Estudió Sociología, Ingeniería Agrícola y Lengua y Literatura hispánicas en la UNAM; y ha colaborado son numerosas instituciones culturales en Ciudad de México, Estado de México e Hidalgo.
Su serena inteligencia, contrastada con su puntillosa manera de tallerear, apuntaladas con su literatura atildada y perdurable, lo han convertido en uno de los autores de la generación de los cincuenta, más apreciados por propios y extraños. Es por ello que la comunidad de escritores le ha preparado un merecido homenaje titulado “Del caminar las calles / Homenaje a Juan Galván Paulin 2024”, el cual se realizará el próximo martes 18 de junio en las instalaciones de Instituto Cultural Helénico en CDMX.
Las actividades iniciarán a las 10 de la mañana en el Aula Magna del Instituto con una maratónica lectura de poesía en honor, consecuencia y/o acompañamiento con la obra de Galván Paulin (docenas de auotres nos daremos cita para ello). Posteriormente, a partir de las 18:30 hrs., en la Capilla Gótica del mismo Instituto, iniciará una mesa con comentarios sobre la obra de Galván Paulin; moderada por el maestro Arturo Córdova Just; Danann Huicochea abordará el poemario “De biznagas y otros nombre; Raúl Mota hablará del libro de ensayos “…Calar en el espejo…”; Awen Lyf hará comentarios sobre la novela “El viejo Roth” y Mónica Steenbock Schmidt conversará sobre los poemas de “Como la sombra acaricia su deseo”.
La cereza en el pastel será la participación especial de la soprano Aída Rivera de la Cabada quien estará acompañada por la saxofonista Tania Plascencia.
La cita será en el Instituto Cultural Helénico en la Av. Revolución 1500, Colonia Guadalupe Inn en la Ciudad de México. Si usted, estimado lector anda por esos lares, aproveche, la entrada es gratuita.