Claudia Tonantzin Larráinzar Pérez

I

Atole de masa con cacao, atole de masa con naranjo, saber que otras mujeres comparten:
mi madre, su madre, la madre de ella y Eva sonríen ante mi torpeza, conocida para ellas, me saben primeriza y miran mis pechos, que se yerguen ante tu llanto -pezones oscuros-
que dan paso a la fuente de vida.

Tu abuela te pone en mi regazo, Lloras abres la boca, manoteas, siento tibio tu contacto
pequeñas descargas eléctricas surgen y ahora -entre tu risa y mi llanto- chupas de mí el blanco hilo de la vida, agua miel que chorrea de tus labios y la bebes, aprendes mamando.

Cambio el pecho, pausa, llanto, Aire que entra y sale te miro, me miras, hueles y tocas mi pecho, demasiado grande para ti.

Mi madre me enseña y sostengo con mi mano el pecho agrietado que ya no te ahoga que apunta a tu boca que demanda, aprieta y estruja con lengua rasposa de gato abres mis compuertas, me vuelvo fuente brotante que calma tu llanto.

Tu abuela y yo reímos con lágrimas ambas sabemos que eres la fuerza del deseo sueño único, recóndito y etéreo de tus padres.

Gran amor, eres maíz verde de mí maizal que llegarás a elote de mazorca después del temporal.