Por: Christian Falcón Olguín

Código Museo

En 2003, el escritor estadounidense Dan Brown publicó su novela “El Código Da Vinci”, obra literaria que, desde el género policiaco y ficción, relata una historia que generó una gran polémica mediática derivada del contenido conspirativo y enigmático del paradero del Santo Grial, el mismo que de acuerdo a la tradición cristiana fue la copa en la que Jesús de Nazaret bebió vino durante la cena de pascua, y que, en el siglo XV el artista italiano Leonardo Da Vinci plasmo el pasaje de “La Ultima Cena” en los frescos de los muros del refectorio del convento milanés de Santa María de la gracia, destacando que, el elemento artístico cuenta con un simbolismo y código cifrado en la obra.

La novela describe la historia del profesor Robert Langdon, especialista en simbología e iconología de la Universidad de Harvard, quien después de impartir una conferencia en París, es llevado por la policía francesa al Museo de Louvre para ayudar en la interpretación de un crimen perpetrado en su interior, justo ahí, entre los corredores y obras de pintores renacentistas donde se halló postrado en el piso dentro el cuerpo inerte de curador de arte del lugar: Jacques Sauniere.

En la trágica escena y el cuerpo del curador, se encuentran una serie de símbolos cifrados y entendidos únicamente por el profesor en simbología, tal es el caso de las secuencias numéricas de Fibonacci, pero cabe destacar, que dentro de la trama Langdon se convierte en el principal sospecho del detective Bezu Fache, de pronto, son interrumpidos por la agente Sophie Neveu, quien discretamente le comparte a Robert que ha despertado suspicacias policiales y es el momento de huir del interior del antiguo palacio, al tiempo de confesarle ser nieta de Sauniere.

Una clave encubierta los dirige a otra sucesivamente, respuestas a medias entre pasillos y sus pinturas como “La Virgen de las Rocas” y “La Mona Lisa”, les lleva a comprender que Sauniere pudo pertenecer al “Priorato de Sion”, una sociedad secreta ancestral que resguarda secretos de altísimo valor simbólico y de poder para la curia romana.
En fin, la narrativa ambos personajes se ven envueltos en una serie de eventos donde terminan encontrando pistas en la obra de “La Ultima Cena”, la cual, hace entrever que Da Vinci encriptó un mensaje con la supuesta interpretación de que, el Santo Grial en realidad es la descendencia sanguínea de Jesús, por tal motivo, la organización religiosa del “Opus Dei” emprende una lucha por desaparecer todo secreto que resguarda el Priorato y, que ponga en riesgo sus intereses doctrinales.

Los museos han inspirado a tramas literarios, teatrales y cinematográficos, ya que el valor escondido desde los recovecos de sus salas y pasillos, permiten desarrollar novelas, anécdotas e historias que hacen escenarios perfectos para disfrutar de la inspiración que las musas les otorgaron a los artistas, que ahora exhiben sus obras en los muros y rincones que asumen como verdaderos santuarios del arte.

El 18 de mayo de 1977, el Consejo Internacional de Museos (ICOM) estableció el día internacional de los museos, fecha que invita a celebrar, promocionar y concienciar la importancia de las instituciones espacios concebidos para tal fin, mismos, que, sin fines de lucro, conservan la cultura, patrimonio material e inmaterial de la humanidad y su medio ambiente.

La palabra Museo proviene del latín “Museum”, y del griego “Museion”, que significa “Santuario o casa de las Musas”, es decir, un lugar dedicado al resguardo de las artes, pues, que de acuerdo a la mitología griega, eran nueve las musas que inspiraban o protegían las artes conocidas, considerando a Euterpe (Protectora de la Música), Melpómene (Inspiradora de la Tragedia), Clío (Protectora de la Historia), Talía (Inspiradora de la Comedia), Erato (Inspiradora de la Poesía), Polimnia (Inspiradora del Canto y Declamación), Urania (Inspiradora de la Astronomía), Calíope (Protectora de la Poesía Heroica) y Terpsícore (Inspiradora de la Danza).

No es de extrañar que las primeras galerías o espacios abiertos fueran destinados para exaltar el arte, fueran dentro antiguas culturas griegas y romanas, aunque también se considera que, en Babilonia, en la época de Nabucodonosor II, también reservó que algún palacio pudiera resguardar sus colecciones ganadas en guerra.

Durante el periodo del Renacimiento, en el siglo XV, fue en la ciudad italiana de Florencia donde se impulsó el florecimiento de las artes a través de reconocidos mecenas, tal fue el caso de Lorenzo de Medici, quien bajo su patrocino, permitió que artistas como Rafael Sanzio, Miguel Ángel Buonarroti, Donatello, Leonardo Da Vinci, Filippo Brunelleschi o Sandro Botticelli, entre otros, iluminaran a la humanidad con su genio creativo en la pintura, escultura, arquitectura e inventos, permitiendo con ello, la apertura la conciencia colectiva que terminaba con el oscurantismo de la edad media.

De tal manera que, a partir del Renacimiento, se dedicaron espacios públicos a modo de galerías de arte al aire libre con la finalidad de exponer obras artísticas para su contemplación, para ejemplificar, se consideró la “Loggia della Signoria” (Plaza de la Señoría) y fue ahí, donde se exhibió por cuatro siglos a “El David” de Miguel Ángel o “El Perseo” de Cellini, en el mismo lugar, a unos pasos se encuentra la Galería Uffizi, recinto que se dedicó para albergar las principales colecciones de pintura de la época; cabe destacar que tales espacios otorgaban a la ciudad, un prestigio de vanguardia, belleza arquitectónica, poder político y económico.

Posteriormente, en 1683 se inauguró el Museo Ashmolean en el poblado ingles de Oxford, donde el anticuario, astrólogo e historiador Elias Ashmole cedió su colección privada que durante años recopilo en viajes y adquisiciones de culturas de oriente medio, exhibiéndose inicialmente artículos de arqueología y arte; por tal motivo, sus contemporáneos le consideraron como el primer museo público del mundo.

Pero, ¿Qué puedo encontrarme dentro de un museo? ¿Cómo puedo pasar mi tiempo dentro de un museo?

Sin los museos, no se tendría preservado el patrimonio que desde la antigüedad se ha descubierto y legado a la humanidad, es un recinto que permite viajar y transportarse por el tiempo a través de accesorios, obras de arte, atuendos, códigos, escritos, literatura, herramientas, etcétera; todos estos elemento en su conjunto aportan al visitante una mayor comprensión de la civilización humana desde el pasado hasta la actualidad, para así, conformar y transformar un criterio personal con amplitud de conocimiento de las tradiciones, idiosincrasia e ideologías.

Asimismo, desde los museos podemos descifrar e interpretar el mensaje que las diversas culturas del mundo dejaron plasmados en su legado histórico y en sus obras artísticas, connotaciones que nos permiten identificar y disfrutar a través de los cinco sentidos, pero también, concepciones que mediante la conciencia podemos reflexionar e interpretar libremente, conceptualizar de manera integral un estilo de vida o pensamiento más allá de la época en que fueron creados.

Hidalgo ofrece museos en todas sus regiones, el Museo de la Fotografía, Cuartel del Arte, El Rehilete, Museo de Minería, Museo de Miniaturas del Castillo del Dragón, Museo de Fútbol, Museo de Mineralogía, Museo de la Cultura Hña-Hñu, entre muchos otros, definiendo a la cultura, historia y tradiciones de nuestra entidad.

Quiero concluir haciendo una invitación para asistir al museo con el que cuentes en donde habitas mi estimado lector, sin importar la temática, tamaño, modalidad o estilo, déjate envolver con la inmersión de la riqueza cultural y artística que te ofrecen, permítete sentir, investigar y apropiarte de su esencia, te aseguro que saldrás distinto, tal vez incluso sin percatarte de ello; pues todos en algún momento seremos colectivamente parte de uno, el de la humanidad de nuestro tiempo, encriptándonos y descifrándonos desde la individualidad como parte de un: Código Museo.