En México se producen 160 mil toneladas de unicel al año, cantidad suficiente para llenar 22 veces el Estadio Azteca. Un vaso de unicel se utiliza en promedio entre uno y cinco minutos y tarda en deshacerse, no biodegradarse, 100 mil años. De continuar la humanidad con hábitos de consumo desmedidos, en el 2050 en el océano habrá más unicel y PET que especies marinas.

Basada en estos alarmantes datos, la artista Dulce Pinzón (Ciudad de México, 1974), en el marco de Día Mundial del Medio Ambiente que es este 5 de junio, hizo una intervención denominada «Generosity» en las inmediaciones del Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos (MNFM), simulando la mala acción de dejar en un alambrado los vasos de unicel con café o champurrado que se compran en la calle, pero con la frase «No manches con el unicel».

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La idea surgió, explicó en entrevista, a partir de leer unos textos sobre una tribu en Sudáfrica, acerca de su concepción del crimen, la justicia o el castigo y como se implementa. Esto le dio la pauta para inspirarse sobre la relación que tenemos con la naturaleza y el medio ambiente, que siempre ha sido de gran tensión. Ha sido una relación muy enferma.

«Sin embargo la naturaleza nos está dando una perspectiva de lo que es la bondad o la generosidad; pese a lo que hacemos sigue lloviendo, sigue habiendo arcoiris. Entonces eso me remontó a la frase de Generosity, donde pensé en una serie intervenciones, de acciones que nos haga reflexionar como colectivo, lo que significa cuidar nuestro medio ambiente y de alguna manera revertir algunos de los cambios o del impacto que hemos estado generando en la naturaleza».

Son muchas cosas y acciones con las que la humanidad estamos deteriorando nuestro hábitat, pero ella decidió enfocarse en un sólo material, que además de destruir el medio ambiente, también lo está haciendo con nuestra propia salud.

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«El unicel es un material que se introdujo a México en los años 50 con una noción de avance, pero nuestra cotidianidad ha hecho que nosotros desarrollemos hábitos de flojera, convirtiendo este y otros materiales en recursos de uso diario», sentenció.

A las bolitas de unicel, para convertirlas en un recipiente, les inyectan agentes químicos que son altamente cancerígenos y que al estar en contacto con las bebidas o alimentos calientes, se potencializan y al ingerirlos, alteran nuestro organismo.

Cuando estas bolitas llegan al medio ambiente después de los 100 mil años que tardan en deshacerse un recipiente de unicel, viajan hasta llegar al océano y son ingeridas por las especies marinas pensando que son alimentos. Esto las hace flotar y ya no pueden bajar de la superficie del mar.

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«Son datos alarmantes, pero la gente no quiere tomar conciencia y hacer acción», agregó Pinzón, quien uso vasos de la marca mexicana Ecocell, hechos a base de almidón de papa y otros agentes botánicos, que empiezan su degradación en el medio ambiente entre los 90 y 240 días.

En la intervención participaron las familias que llegaron al MNFM de visita, con la intención de que el mensaje se lo lleven casa y reflexionen. También Dulce Pinzón tiene el propósito de llevar a cabildeo político la situación «y así empujemos otros mecanismos y acciones que hagan tomar en cuenta lo que está pasando con el medio ambiente».

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