No hubo ninfas en Hamburgo, en cambio una enorme bronca en sus calles con sendos disturbios provocados por numerosos antisistema y globalifóbicos que no perdieron oportunidad para lucir músculo ante los veinte líderes del mundo convocados en la cita anual del G-20.

Lo que tampoco faltó fue el exceso de morbo, esa toma de temperatura del tan cacareado encuentro entre dos machos alfa como Donald Trump, presidente de Estados Unidos y su homólogo ruso, Vladimir Putin.

El vis-à-vis más esperado entre dos líderes que se disputan el nuevo oro del Rin -que diría Wagner-, es la misma historia por el poder. Así quedó reflejado en la foto de familia: de potente rojo la anfitriona del evento, la canciller germana Angela Merkel, a su derecha Xi Jinping, el líder chino nuevo eje del libre comercio y el multilateralismo enseguida Putin con rostro serio; a la izquierda de Merkel, el mandatario Mauricio Macri, Argentina será la sede del cónclave en 2018.

En primera línea también figuró el presidente mexicano Enrique Peña Nieto y para cerrar la pinza, a la orilla Trump, junto con el delfín del Elíseo Emmanuel Macron.

La agenda del G-20 dedicada al completo al comercio, al cambio climático, a la lucha global contra el terrorismo y a frenar los flujos migratorios que sobre todo llegan a las economías más desarrolladas de muchos países menos desarrollados con menores oportunidades.

Después del primer saludo entre Putin y Trump, la cita acordada entre ambos alrededor de las 15.30 sucedió una hora después: Putin y Trump se dieron nuevamente la mano bajo las palabras claras del magnate “es un honor estar con usted” mientras Putin le devolvió el gesto diciéndole que se congratulaba finalmente por conocerle en persona después de “varias llamadas telefónicas”.

La tensión bajó dos rayitas, al menos la interna, porque ambos concordaron en sacar cosas positivas de su encuentro bilateral de más de dos horas. ¿De qué hablaron? De dos temas álgidos como son Ucrania y Siria concertando un alto al fuego en el suroeste de la desangrada nación.

Al respecto del conflicto ucraniano le ha costado a Putin -junto con su anexión de Crimea-, un embargo económico-comercial y de inversiones impulsado por la Unión Europea secundado por Barack Obama en sus tiempos en la Presidencia norteamericana; el veto le ha perjudicado porque incluso ha sido congelado de su participación en el G-7.

En tanto lo de Siria ha generado varios roces diplomáticos y militares entre las dos potencias, Estados Unidos no apoya al régimen sirio de Bashar al Assad y en cambio, Putin lo sostiene con alfileres.

 

A colación

¿Qué hubo de fructífero en el G-20? Un acuerdo común contra el terrorismo que incluye: 1) Más cooperación contra el terrorismo; 2) mayor fluidez en el intercambio de información; 3) cortar las fuentes de financiamiento de los grupos radicales; 4) prevenir la radicalización; 5) combatir su influencia y propaganda en Internet; y 6) dar más apoyo a las víctimas del terrorismo.

Desde luego también han quedado al descubierto muchos puntos de fricción que van más allá del libre comercio o de la lucha contra el cambio climático.

Por ejemplo, Shinzo Abe, presidente de Japón y Xi Jinping, líder de China, no avanzaron más allá del protocolo; confrontados por Corea del Norte además justo el día de la inauguración del G-20 se cumplió el 80 aniversario de la invasión japonesa a China. Más que suficiente para que Abe y Jinping se ignorasen mutuamente.

Tampoco la premier británica Theresa May quiso reunirse con el mandatario argentino Mauricio Macri, al que dejó prácticamente colgado de la brocha en su programada cita bilateral. Pensar siquiera en resucitar a las Malvinas, cuando May tiene encima la desconexión del Brexit, sería un suicidio político.

No únicamente quedó en la palestra la falta de sintonía entre los representantes mexicanos y la nueva casta gobernante en Washington, a la mera hora el presidente de China se negó a ver a Narendra Modi, primer ministro de la India. Desde finales del mes de junio algunas tropas indias han cruzado hacia territorio chino en la frontera violando los tratados históricos de 1890.

Quiero subrayar que Modi arribó a Hamburgo después de visitar a Benjamín Netanyahu con quien cerró ventas por armamento y defensa al Ejército de Israel   por 4 mil 300 millones de dólares. Remarco que estamos inmersos en otra carrera armamentista.

 

@claudialunapale

*Puedes opinar en http://claudialunapalencia.blogspot.com.es economista y escritora, experta en periodismo económico, geoeconomía y análisis internacional

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here