De cara a la renegociación del Tratado de Libre Comercio a partir de esta semana, la política mexicana de comercio exterior debe centrarse en la perspectiva de competencia económica, velar por la eficiencia de los mercados y el bienestar del consumidor, en lugar de apostar a barreras arancelarias.
Así lo plantean la Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE), y presentado recientemente junto con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) y el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) en el documento Política comercial con visión de competencia, donde se refiere que un principio rector de la política comercial debe ser velar por la competencia
Si bien, para el 2016 nuestro arancel promedio simple de Nación Más Favorecida (NMF) fue de 5.6% y el promedio ponderado de 3.86% (ubicándonos en un punto intermedio de apertura a nivel mundial), dichos promedios suelen tener un sesgo ya que las barreras arancelarias y no arancelarias a distintos productos detienen efectivamente sus importaciones creando distorsiones de precios al consumidor final.
De hecho, el análisis evidencia que aún nos quedan muchas barreras por eliminar sobre todo en productos agroalimentarios, calzado, prendas de vestir, plásticos, químicos y acero.
Asimismo, en el caso de la carne de pollo, papas y café tostado pagan aranceles de Nación Más Favorecida de 100, 100 y 50 por ciento, respectivamente.
El estudio en mención calcula que el daño agregado generado por el arancel al calzado en el 2014 equivale al 26.5 por ciento del gasto de los hogares en dicho rubro.
Mientras, los aranceles aplicados a los pantalones, ropa para bebés y camisas produjeron un daño equivalente al 24%, 20.2% y 19.4% del gasto respectivo de los hogares mexicanos en dichos productos.
Un ejemplo final es el caso de los productos de plástico, que con una tarifa efectiva de siete por ciento generaron una pérdida en el bienestar del consumidor de 20 mil 267 millones de pesos en el 2014.
La aparente coraza que otorga el proteccionismo comercial a los ciudadanos de un país es en realidad una falacia, evidencia el análisis de la COFECE.
Refiere que los supuestos beneficios pierden relevancia ante la pérdida de bienestar de los consumidores, que derivado de las medidas proteccionistas enfrentan precios mayores y/o productos de menor calidad.
En ese contexto, el estudio concluye que existe un amplio espacio de oportunidad para expandir las ganancias del comercio principalmente vía mejoras regulatorias a los procesos de las aduanas mexicanas, la eliminación de programas de promoción sectorial (PROSEC)- que otorgan ventajas a ciertos productores mexicanos- y la reducción de aranceles promedio a países con los que no tenemos un Tratado de Libre Comercio (TLC).
La buena noticia, añade el documento, es que México tiene margen de maniobra, pues, podemos aumentar las ganancias del comercio y a su vez diversificar los mercados tanto de importación como de exportación.
De hecho, de los 10 principales socios comerciales de México, por importaciones, se carece de Tratado de Libre Comercio con cuatro de ellos: China, Corea del Sur, Malasia y Taiwán.
Nuestra capacidad de aprovechar estos horizontes resulta en una estrategia clave para nuestro apalancamiento en las negociaciones que empezaremos con Estados Unidos en este mes de agosto, puntualiza COFECE, IMCO y el CCE.
El gran reto para el comercio internacional en México y el mundo es aún construir instituciones económicas inclusivas, capaces de promover la participación de la gran mayoría de la población en actividades económicas donde puedan aprovechar sus talentos y habilidades en beneficio de la competitividad del país, y como vía para alcanzar la prosperidad en toda la extensión de la palabra, concluye.