Está visto que en política son pocos los personajes que tienen las manos limpias, que la corrupción y los tentáculos del narcotráfico y del dinero mal habido, como se dice coloquialmente, regularmente los envuelve y los atrapa hasta reventarlos.

Y ejemplos hay muchos.

Haría falta espacio para poder narrarlos y recordarlos.

Hoy por hoy, hasta el presidente de la república, Enrique Peña Nieto, junto con su señora esposa, han sido embarrados en negoción oscuros y en toda clase de acciones presuntamente ilícitas.

Nadie, ningún político, partido, empresario, artista y hasta periodista se salva del linchamiento mediático y de la crítica de la opinión pública por sus extrañas relaciones.

El ex gobernador Rafael Moreno Valle Rosas (RMV) no es la excepción; ayer lo acusaron directamente de estar relacionado con Othón Muñoz Bravo, alias “El Cachetes”, empresario gasolinero detenido en un fraccionamiento de lujo en Puebla y a quien se le vincula con Antonio Martínez Fuentes, alias “El Toñín”.

El mentado Toñín, líder huachicolero de Puebla, según versiones de las autoridades, está ligado al Cártel de Jalisco Nueva Generación.

Othón Muñoz fue detenido la madrugada del domingo pasado en el fraccionamiento “El Secreto”, ubicado en Lomas de Angelópolis, del municipio de San Andrés Cholula, junto con un grupo de personas de las que no se conoce su identidad.

Empero, se dice que la captura de “El cachetes” se dio gracias a que los elementos de la Secretaría de Marina detuvieron en un primer operativo a El Toñín, versión que aún no se confirma.

El caso es que en Puebla siguen siendo detenidos los capos más perseguidos y famosos del país, también ejemplos hay de sobra.

Lo que es un hecho es que la relación de amistad, de complicidad o de lo que sea, entre políticos y personajes del negocio sucio, está al descubierto.

Y está al descubierto por el trabajo realizado por la Secretaría de Marina y por el Ejército Mexicano, las autoridades judiciales no siguen quedando a deber.

Porque ahora resulta que nadie conocía a Othón Muñoz o a Antonio Martínez.

Ni los ex funcionarios del sexenio pasado, ni los diputados, ni los amigos, parientes o compadres de la administración anterior.

El tema, sin duda, es pan caliente para aquellos que desean un cargo de elección popular en 2018, para los adversarios y enemigos del morenovallismo, para sus detractores y todos aquellos que fueron y se sintieron ofendidos con el gobierno de RMV.

Y es natural, todo lo que siembras cosechas.

En fin.

Lo que no se vale es que aquellos políticos que desean un nuevo cargo público utilicen el tema del huachicol, de RMV y del negocio sucio para hacerse campaña y promocionarse en los medios de comunicación.

El tema de El Toñín, de El cachetes y del propio RMV lo deben tratar las autoridades correspondientes y va a caer quien tenga que caer, quien sea responsable de algún ilícito sin excepción.

No podemos defender o enjuiciar  a alguien que no nos consta que es una persona recta, proba, honesta, corrupta o indecente.

Sin embargo, insisto, las ridiculeces que cometen personajes como el diputado federal de Morena, Alejandro Armenta Mier, ya rayan en lo burdo, en lo absurdo.

Y es que lanzando acusaciones de todo tipo, con y sin sustento, el legislador cree que se hará de una mejor reputación, de una mejor imagen y del reconocimiento ciudadano.

Vamos, cree que poniéndose una capa va a ser súper héroe.

Armenta ha utilizado la máxima tribuna de la cámara de diputados federal para lanzar acusaciones a diestra y siniestra contra el morenovallismo y hasta hoy ninguna ha prosperado.

Por qué no las hizo en su momento, cuando el morenovallismo gobernaba.

¿Ya se le olvidó a Armenta  de dónde viene?

Que él fue parte de uno de los gobiernos más corruptos, discriminatorios y abusivos que ha existido en el país.

Armenta de pronto olvidó que él es hijo del marinismo.

Que su papi político, quien lo engendró, es ni más ni menos que el gober precioso, Mario Marín Torres, el político que abusó de los derechos humanos y más elementales de la periodista Lydia Cacho Ribeiro.

Caray, que pronto olvidó Armenta su esencia y su estirpe.

Habrá que preguntarle por qué no denunció aquel abuso, tan vil he infame.

Por qué no hizo la revolución que hoy protagoniza en Puebla para señalar el contubernio entre Mario Marín y el empresario Kamel Nacif Borge.

Por qué nunca salió en defensa de Lydia Cacho.

Ver para creer.

De cuándo acá le nació el amor por el prójimo.

Político tenía que ser Armenta.

Ahora entiendo por qué ni Rodrigo Abdala Dartigues, diputado federal de Morena; ni Gabriel Biestro Medinilla, lo quieren a él y a otros como candidatos.

Bien dicen, Armenta y compañía son parte de la mafia del poder.

Y si el ex priista quiere promocionarse y promoverse en todo el estado como el redentor de la justicia y el defensor de los poblanos el traje le queda muy grande.

Lo que debería hacer es proponer soluciones para acabar con la corrupción, con la mafia de la que salió.

A ver si sus asesores ya le aconsejan que se dedique a proponer, a diseñar y a crear políticas para resolver los cientos de problemas que tienen los poblanos.

Ya que se deje de ridiculeces, el diputado.

posdatasintesis@yahoo.com.mx

poncharelazo@yahoo.com.mx

En twitter: @poncharelazo

 

 

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