Lo dicho, la política es el arte de tragar sapos y no hacer ‘croac’.
O como bien lo dicen por ahí: la política es el arte de tragar mierda sin hacer gestos.
Y eso parece que se ha dado en Puebla con nuestros políticos y funcionarios del sexenio pasado.
Porque en una democracia no todos, necesariamente, son justos.
De todo hay en la viña del señor.
Y así parece que sucedió en la administración pasada, la que encabezó el ex gobernador Rafael Moreno Valle Rosas (RMV), quien, por cierto, aún tiene la esperanza de salirse con la suya.
Así es.
Porque todavía existe -infinita o no- la posibilidad de que el ex mandatario pudiera quedarse con la candidatura presidencial del ahora llamado Frente Amplio Democrático (FAD), integrado por el PAN, el PRD y el Partido Movimiento Ciudadano.
Sea lo que sea y digan lo que digan, Rafael Moreno Valle aún está en la puja.
En la pelea por quedarse con una candidatura que se dará en las condiciones que él tanto anheló.
En una megacoalición que va a encabezar el PAN y a secundar el PRD.
Alianza, por cierto, que tendrá un nuevo capítulo en Puebla en 2018, y que tendrá muchas posibilidades de triunfo.
Ya sólo habrá que esperar las negociaciones nacionales para que en el estado el PAN defina a su candidata o candidato al gobierno del estado.
Y para el caso de Puebla eso depende de los acuerdos y pactos que logre RMV con Ricardo Anaya Cortés, en caso de que él no sea el abanderado presidencial.
Eso sí, en el estado la favorita para disputar la gubernatura sigue y seguirá siendo la secretaria general del PAN, Martha Erika Alonso.
El resto de los aspirantes no le llega ni a los talones en cuestión de penetración, aceptación, imagen y arrastre entre la gente.
Ninguno de los aspirantes, mucho menos Javier Lozano Alarcón, podría mejorar la aceptación de la que Martha Erika goza.
Ojalá que sí ella resulta la elegida no le adjudiquen todos los yerros, errores y abusos registrados en el gobierno pasado porque seguramente que ese sería su único negativo.
Empero, el punto de esta columna no es otro que evidenciar y mofarse de los cínicos políticos que siguen pensado que los poblanos somos unos tontos.
Y es que ahora resulta que muchos de nuestros funcionarios de gobierno, morenovallistas puros, siempre sí conocían y tuvieron trato con Othón Bravo Muñoz, mejor conocido como “el cachetes”, presunto huachicolero detenido en el estado.
Siempre sí resultó verdadera la relación entre Javier Lozano, el senador panista de Puebla, y “El Cachetes”.
Con razón regresó por su fuero al Senado.
Aunque su regresó también se debió al tema del Raúl Cervantes y su posible designación, en pase automático, como el nuevo Fiscal General de la República.
El caso es que ya salió el peine y las imágenes en las que aparece Javier Lozano muy contento junto a Othón Bravo.
Ya sólo habrá que esperar los vídeos y los audios de alguna conversación que se pudiera filtrar entre ambos.
¡Pero que asquerosidad es esto, eh!
El colmo es que además de Lozano también los diputados Jorge Aguilar Chedraui, líder del Congreso del Estado; y Sergio Moreno Valle Germán, diputado del PAN por San Andrés Cholula, hayan conocido de siempre a “el cachetes” y lo hayan negado.
Con estos amigos para qué quiero enemigos, carajo.
El cinismo de nuestros políticos y funcionarios no tiene nombre.
Antes se agasajaron con la amistad y presencia de Othón Bravo y ahora se apenan hasta de haberlo saludado.
Esos son nuestros gobernantes.
Se curan en salud antes de ser evidenciados.
¿Por qué no salieron a decir desde antes que sí conocían a “el cachetes”?
Bien dicen que el miedo no anda en burro, o tal vez sí.
Afortunadamente, el escándalo del huachicol, las detenciones de las autoridades, el presunto espionaje, la corrupción en la secretaría de salud y todas las anomalías detectadas en el gobierno pasado van a hacer reflexionar al electorado en 2018.
Ya vimos por quién no votar para ningún cargo de elección en los próximos comicios.
Ya vimos de quién debemos cuidarnos.
Y ya vimos a quién vamos a vetar los ciudadanos.
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