Los partidos políticos se han convertido en una suerte de franquicias. Ahora parecen un tipo de inversión privada que buscan beneficios específicos solo para cierto sector.

En Puebla, la mayoría de las fuerzas políticas llevan el sello morenovallista. Este jueves, el partido Movimiento Ciudadano, que fue creado en 1996 por el veracruzano Dante Delgado y se hacía llamar Convergencia, será dirigido en Puebla por el ex priista Fernando Morales, hijo del ex gobernador Melquiades Morales Flores.

Fernando es uno de los aliados y operadores de Rafael Moreno Valle. Su salida del partido tricolor estuvo rodeada de escándalo y drama telenovelezco.

Su llegada confirma que el morenovallismo tiene el control del sistema partidista del estado, primero con el PAN, luego con un gran sector del PRD, sin dejar de mencionar a Nueva Alianza y los partidos considerados «chiquillada» como el Partido Social de Integración, Compromiso por Puebla, estos dos últimos que debieron perder el registro por su bajo nivel de votación obtenido pero que fueron rescatados gracias a los vacíos legales de las autoridades electorales.

Por otro lado el PRI también buscará alianzas y las consolidará con su partido satélite: el PVEM y con el raquíticamente redituable Partido Encuentro Social. Sin embargo, para el caso de Puebla, Nueva Alianza no ira con la formula tricolor sino con la albiazul.

El único que va prácticamente solo es el MORENA aunque el Partido del Trabajo buscará cobijo, sin embargo, muy poco le podrá abonar.

Para el caso de los partidos como PSI, CPP, PES, MC, PANAL y PT, no crea que estos juegan a ganar realmente para representar al electorado, sino que solo buscan  lograr una raquítica votación apenas superior del 3% para seguir exprimiendo al erario a través de nuestros impuestos.

Ahora las fuerzas partidistas forman parte de intereses particulares y ya no cuentan con ideales ni principios, como en antaño. Algunos tienen que jugar el ridículo papel de solo ser comodines, los cuales pueden ser utilizados en momentos específicos y después, ser lanzados a la basura a la espera que otro «gran hermano» corra a recogerle.

Así que el destino de las fuerzas políticas está marcado. Estas «franquicias» necesitan «gerentes» que cumplan con su papel para lograr posicionar la «la marca», atraer al «consumidor» y generar «ganancias» a sus dueños.

Por eso estamos como estamos.

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Se ha vuelto muy común que cuando existen contingencias por fenómenos naturales, no falte el funcionario que quiera sacar provecho para promocionar su imagen.

Eso sucedió con el presidente municipal de Tepeaca David Huerta quien salió a declarar ante diversos medios ofreciendo datos imprecisos.

Luego que se registrara el desbordamiento de la barranca El Águila, donde incluso tuvieron que desalojar a 15 familias, el municipio aseguró que habían sido 2 mil hectáreas de cultivos las afectadas.

Más tardaron en enlazarle la llamada para ponerlo al aire que la respuesta de la Secretaría General de Gobierno donde se precisaba que la extensión dañada no era tan grande como el funcionario municipal había declarado y que si hubo familia damnificadas, era porque el mismo David Huerta habría otorgado los permisos de construcción en una zona de alto riesgo.

¿Quién tendrá la razón?

@AlbertoRuedaE

 

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