Atlixco. A sus 79 años doña Guadalupe Tapia de la Rosa encontró en el albergue-comedor de la unidad habitacional Infonavit, un motivo para todos los días después del 19 de septiembre agradecer al pequeño ángel que le salvo la vida durante el sismo.
Doña Guadalupe una mujer pequeña de estatura, de piel apiñonada, ataviada con su mandil y una cofia en sosteniendo sus canas, recorre el comedor y albergue con escoba en mano para limpiar y que todo esté listo para la hora de la comida, la penúltima comida que se servirá en este lugar que sirvió de refugio durante dos semanas a cientos de damnificados de la zona.
“Yo estaba en el tercer piso de mi casita, frente a donde se colapso el tanque en el edificio 002, acababa de hacer mi quehacer, cuando escuche que me tocaron la puerta de la calle, me pareció extraño porque no tocaron el timbre, pero con calma me dirigí escaleras abajo a abrir. Cuando me faltaban dos o tres escalones para llegar al piso comenzó el temblor yo buscaba con la mano el barandal y no me podía sostener, logre llegar a la puerta y pensé que quien tocaba la estaba golpeando y no podía abrir, cuando lo logre solo alcance a ver a un chiquillo vestido de color café dando la vuelta a la esquina y entonces entendí que estaba temblando porque vi a todos salir de sus casa”, relató doña Lupita.
Recordó que mientras bajaba por las escaleras escucho el tronar de los tanques de agua de su vivienda y sentir caerle parte del líquido sobre ella; “hasta se me enchina la piel de pensarlo, ese niño me salvo, aunque no recuerdo o mejor dicho nunca le vi el rostro, no supe para donde se fue después de la esquina. Mi familia dice que me cuidan desde el cielo los que ya se me adelantaron entre ellos mi hijo difunto, esa es la explicación que le henos dado a lo que paso”.
Y desde ese martes del sismo del 2017, doña Guadalupe se presenta todos los días como voluntaria en el comedor-albergue para ayudar a la gente en lo que sea necesario, muchos de ellos sus vecinos de la unidad habitacional.
Este refugio instalado en el salón social, cierra sus puertas este jueves cinco de octubre, debido a que cumplió con su función social en los momentos más críticos de la contingencia, diariamente se ofrecían las tres comidas de ley: desayuno, comida y cena, en el comedor y cocina improvisado que se coloco en el patio trasero del lugar.
En tanto en el interior del salón fueron cientos de colchonetas las que recibieron a los damnificados que poco a poco se han ido del lugar porque ya le hicieron la revisión a sus departamentos o porque ya encontraron otro lugar donde vivir.
Patricia Hidalgo Elguea, responsable del refugio comentó que todos los alimentos y servicios que se otorgaron en este lugar siempre estuvieron bajo la vigilancia del sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) tanto a nivel estatal como municipal, así como la Secretaría de Salud (SSA).
Y agradeció que en estos más de 20 días no falto la ayuda y donaciones desinteresadas de la gente, provenientes no solo de Atlixco si no de diversas partes de la republica.
“La primera noche sucedió algo inexplicable, no teníamos nada para darles de cenar, pensábamos entre los voluntarios que ya nos habíamos congregado que si tan solo tuviéramos pan y se nos ocurrió subir la solicitud al facebook, para entonces ya eran las 11 de la noche y sin mentirte, a esa hora un panadero en bicicleta se apareció, traía 40 tortas y nos las regalo, fue una bendición porque ya había gente en el albergue y en el comedor”, relató Hidalgo Elguea.
Aclaró que pese a los reclamos en las redes sociales de que en este refugio no se regalaban las despensas, la razón primordial fue porque con los víveres y donaciones que llegaban preferían alimentar a los cientos de personas que llegaban a hacer sus tres comidas al lugar; “Hubo días de la semana pasada que al menos a unas mil 250 personas atendimos en un día dándoles desayuno comida y cena”.
Debido a que actualmente el número de gente en el albergue, como en el comedor ha disminuido notablemente, este cerrara sus puertas el jueves seis de octubre, pues ha cumplido con su misión, además de que como lo mencionó Patricia Hidalgo, todos deben volver ya a su vida normal y sus trabajos.
Agradeció a todos los que se tomaron un tiempo para ir a ayudar, para donar algo, para llevar una sonrisa, par la gente que desde lejos vino a dejarles ayuda, porque entre todos hicieron del salón social Infonavit el refugio más seguro y cálido dentro del desastres.