Con el anuncio de que José Antonio Meade, dejó la Secretaría de Hacienda y posteriormente expresara que buscará la candidatura del Partido Revolucionario Institucional (PRI), se impuso la lógica de lo electoral por encima del interés de grupo, consideró el politólogo de la Upaep, Alejandro Guillén.
Explicó que el presidente Enrique Peña Nieto prefirió privilegiar al candidato que tenga mayor probabilidad de éxito electoral, que al que no lo tiene.
Recordó que eso mismo lo hizo en la sucesión de gobernador en el Estado de México, en dónde Peña Nieto prefirió ir con un personaje que no era cercano a su grupo, y optó por Eruviel Ávila que le garantizaba el triunfo al PRI en esa demarcación.
En ese sentido, indicó que se quedó afuera de la contienda Osorio Chong, que era el mejor posicionado en las encuestas, aunque no necesariamente el que pudiera generarle un mayor potencial de voto; también quedó fuera Aurelio Nuño.
Ante ello, el especialista señaló que ahora se tendrá que ver el desenvolvimiento de Meade como candidato, porque no es lo mismo ser un secretario que goce de la simpatías de “troyanos”, y si tiene la capacidad de enfrentar a un aspirante –que de acuerdo con las encuestas- sigue siendo el puntero, que es Andrés Manuel López Obrador.
Precisó que José Antonio Meade va a encontrar una alta competencia electoral particularmente, hasta este momento, con Amlo, “y ahí dependiendo de la capacidad de trasmitir confianza”.
Y es que Guillén subrayó que el PRI está muy desgastado, aunque se parte más de que la gente vota por el candidato que por el partido, “vamos a ver cómo le resulta esa decisión, no solamente a EPN, sino al PRI para las elecciones de 2018”.